La niebla lo inunda todo


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Pensando en voz alta

El verano se nos fue muy rápido. Ya casi nadie le recuerda. Era como si los días pudieran volar. Pero los días del invierno son lentos. Ellos no tienen alas.  Las horas de luz son pocas. Y la noche parece eterna. Hay días de Enero cuando la niebla lo inunda todo. Como si fuera un aroma. La niebla no nos permite ver lo que tenemos delante. Pero eso no significa que los edificios y las personas no estén ahí. Para ver lo que acontece a nuestro alrededor sólo hay que abrir los ojos. Abrir las puertas de nuestras casas y de nuestras capillas y salir al mundo.

Un discípulo de Jesús es alguien que vive con los ojos abiertos. Aun cuando hace una oración en el silencio de la noche. Un discípulo es ese hombre o esa mujer que se dan permiso para hacer uso de la compasión cuando nadie más lo hace. Alguien que elige ponerse los zapatos del otro. Porque sabe, sobre todo en su corazón y en su mente, que el dolor y el sufrimiento, no hacen acepción de personas.

Jesús no tiene reparo en abrirse a las personas. El no le da importancia a los escollos ni en las zarzas que hay en el camino. El ha visto el corazón de los hombres y las mujeres y sabe de nuestra fragilidad. De nuestras oscuridades. De nuestra falta de visión. Sabe que alguno de nosotros hemos extraviado la brújula y vamos dando tumbos. Jesús conoce que el hambre nos deja sin aliento, pero también sabe que el frío nos paraliza. Por dentro y por fuera. Y es entonces que Jesús hace todo lo posible para que no nos falte el pan y el pescado hoy. Si, que no nos falte hoy. Porque mañana será otro día.

Cuando Jesús nos invita a ti y a mí a dar de comer a otras personas en realidad nos está pidiendo de alguna manera que veamos lo que los demás no ven. Que hagamos lo que los demás deciden no hacer. Ya sea por temor. Ya sea por comodidad. Ya sea por cansancio.

Cuando alguien me pregunta: ¿Cómo serán los discípulos del futuro? Yo no me lo pienso dos veces. Los cristianos serán aquellos que son capaces de ver al mundo con los ojos de Jesús. Los que sean como Jesús.

Lectura del evangelio de Marcos 6:34-37a

Y salió Jesús y vio una gran multitud, y tuvo compasión de ellos, porque eran como ovejas que no tenían pastor; y comenzó a enseñarles muchas cosas. Cuando ya era muy avanzada la hora, sus discípulos se acercaron a él, diciendo: El lugar es desierto, y la hora ya muy avanzada. Despídelos para que vayan a los campos y aldeas de alrededor, y compren pan, pues no tienen qué comer. Respondiendo él, les dijo: Dadles vosotros de comer.

Escucha Señor nuestra oración

Señor de la vida: Abre nuestros ojos al dolor que hay fuera de nosotros. Que no nos quedemos abrazados a nuestros propios sufrimientos. A nuestras angustias. Que nuestra propia hambre no nos paralice. Que nuestros miedos no enfríen nuestra fe. Espíritu Santo que podamos ver aún en medio de la niebla. En medio del invierno. Porque a Jesús seguimos. Amén

Augusto G. Milián

 

 

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