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Mostrando entradas de septiembre, 2020

Las preguntas de los discípulos

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                            Pensando en voz alta ¿Por qué las personas que amo se enferman? ¿Por qué a veces la tristeza llama a la puerta del corazón y entra sin pedir permiso?   ¿Por qué a medida que cumplimos años nos cuesta salir de nuestra zona de seguridad? ¿Por qué nos aferramos al miedo con tanta facilidad? ¿Por qué lloramos cuando la muerte toca nuestra alma y nos deja solos? Estas son preguntas primordiales que nos seguimos haciendo. Preguntas que los hombres y las mujeres de fe intentan responder cada día. Y es que cada día, cuando sale sol, nos enfrentamos a una aventura nueva. A otras expectativas. A un mundo cambiante. Algunas veces encontramos respuestas. Otras no. Pero seguimos esperando y mirando al cielo. Pero estás son preguntas que se hacen los discípulos. No son las preguntas de Jesús. Los discípulos pasamos mucho tiempo emitiendo juicios para tratar de esconder nuestras faltas. O colocando etiquetas a otros. Etiquetas que disimulen nuestras carencias y temores

Aclaraciones necesarias para caminar por Galacia

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                            Tema 1                                                                                                                                                          Gálatas 1: 1-5 I. ¿Qué sabemos de Galacia? a. Bien poco, pero se ha erigido como una de las fuentes más validas para saber de la vida de los primeros cristianos en esta región. Es gracias a esta epístola que sabemos de los movimientos y labores de Pablo en esta extensa área del Asia Menor y que desde el s. I a. C estaba anexa al imperio romano, en la categoría de provincia. Así mismo existían prosperas colonias judías establecidas cerca de las principales vías comerciales. b. Se estima que la población tiene su origen en los descendientes de tribus celtas o galas del cual procede el nombre de la región, que tres siglos antes habían emigrado al centro de lo que hoy conocemos como Europa y que se habían asentado en lo que hoy conocemos como Turquía. c. Fuera de esta carta, únicamente encontramos l

Entonar una canción

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  Pensando en voz alta   Los discípulos caminan hacia un mundo nuevo, pero calzan viejas sandalias. Y a veces se les enredan espinos al andar. Y se detienen. Y se quejan. Los discípulos saben muchas cosas. O las creen saber. Saben, por ejemplo,   que si tu madre es judía entonces tú eras un judío. Que si tu padre es carpintero entonces tú has de serlo también. Los discípulos presuponen que la familia siempre tendrá preferencias. Que gozarían de los primeros asientos. Pero el Maestro, a quien siguen, no siente mucha estima por las presuposiciones, de hecho parece que no tiene familia o la ha relativizado. Los discípulos siguen a un Maestro que desde lejos parece que está solo en el mundo. Al que todos han abandonado. Pero el Maestro no se mira el ombligo, sino que habla de cómo vivir en el reino de los cielos, cómo hablar con el Sr. Dios cuando nadie te ve y hasta cómo tratar a los que son diferentes. Pero no dice mucho, este Maestro, de qué hacer con la familia o con los parientes.

Una señal de amor

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          Pensando en voz alta Los discípulos tratan de mantenerse lejos el dolor y el sufrimiento. Por eso prefieren esconderse o mirar hacia otro lugar. Los discípulos creen que lo que no se ve no existe. Pero están errados.   Estas acciones nunca garantizan que el dolor no este presente en sus vidas. Y que acabe, más temprano que tarde, tocando a sus puertas y a sus corazones. Los discípulos no estaban preparados aún para acompañar a Jesús a salir de Jerusalén con la espalda magullada y un madero sobre los hombros. Los discípulos han estado siguiendo en los últimos años por los caminos y pueblos de Galilea hasta Judea, pero frente al sufrimiento le abandonan. Y es que ver el sufrimiento duele. Y duele mucho por dentro. Pero antes que el sufrimiento nos envuelva lo que llega es el miedo. El miedo es un monstruo implacable. Es capaz de muchas cosas. Hace que los amigos te dejen solo frente al peligro. Es como si el miedo nos hiciera olvidar de pronto lo que realmente amamos y lo

De lo que hay en nuestro corazón

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                          Pensando en voz alta Los discípulos han de aprender que los hijos son como un regalo que se nos entrega y que después que crecen lo suficiente hay que ofrecerle la libertad. Los discípulos han de celebrar la vida con todas sus memorias. Con todos sus matices. Con todos sus recuerdos. Los discípulos saben que sus hijos se les parecen físicamente, y que acaban comiendo lo que ellos comen, que leerán lo que ellos leen y que hablarán como ellos hablan; pero los hijos también son diferentes a los padres. Muchos acaban transitando otros caminos. Vivirán en otras comunidades. Y experimentan otros dolores. Por los hijos los padres y las madres vivirán calma y desasosiego. Alegrías y tristezas. Risas y llantos. Pero los discípulos nunca han de olvidar que los hijos son un regalo del Sr. Dios lleno de sorpresas. Y que nunca serán de ellos totalmente. A Jesús sus padres le ofrecieron un remanso de seguridad mientras fue un niño en un mundo inundado de violencias. A