Una petición es una especie de poema
Hay que encender una luz en la oscuridad
Ha comenzado el verano. Y la mayoría de las cosas de nuestro mundo no son como deberían ser. Algunos se han dado por vencido. Otros somos disidentes.
Vengo de una tradición donde se proclama a los cuatro vientos que la gente hablando se entiende. Pero ahora, después de tantos años, reconozco que esto no siempre es así. Vengo de una geografía donde el hecho de pedir ayuda para llegar a un sitio o pedir a un vecino una cucharadita de sal se convertía en un motivo para establecer una conversación. Pero hoy, intentar establecer un dialogo es una tarea ardua porque sencillamente los hombres y las mujeres tenemos más vocación por los monólogos. Vengo de un clima donde una mano lavaba la otra mano y las dos lavaban la cara. Pero hay días que nos falta hasta el agua.
Jesús
porta la creencia de que es la conducta de los discípulos la que habla de su
integridad y no las confesiones de fe. Jesús alberga la certeza de que si algo
no se pide, es posible que nunca se reciba. Por eso insiste una, dos y hasta
tres veces, en que pidamos, en que busquemos, en que llamemos a la puerta. Jesús
vive con la convicción de que sólo el Sr. Dios sabe lo que es mejor para
nosotros desde el día que llegamos a este mundo gritando hasta lo abandonemos
porque nos falta el aliento. Si, el Sr. Dios estará contigo y conmigo desde el
principio hasta el fin.Asi que abrazáte a la esperanza.
Ha comenzado el verano. Y al que me escucha le digo: no pidas mucho si no estás dispuesto a dar mucho. Porque al que mucho ama, mucho se le perdona.
Lectura del evangelio de Mateo 7,7-8
Pedid, y Dios os atenderá; buscad, y encontraréis; llamad, y Dios os abrirá la puerta. Pues todo el que pide, recibe, y el que busca, encuentra, y al que llama, Dios le abrirá la puerta.
¿Quién escuchará mis palabras?
Padre: te pido valor y lucidez para afrontar todas mis dificultades, no dejes que mi ánimo decaiga cuando pido, cuando busco, cuando toco a una puerta. Tú eres mi fortaleza. Tú eres mi roca fuerte. Tú eres mi escudo protector ante la adversidad. Que nunca quedemos desamparados los que en Ti ponemos nuestra fe y nuestra esperanza. A Jesús escuchamos. Amén ///
Augusto G. Milián
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