¿Qué pasará cuando crucemos el Jordán?


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

I. Leer Dt. 11, 22-23

II. Una sospecha

a.     La exégesis contemporánea está de acuerdo en el planteamiento de que el relato del Deuteronomio fue escrito mucho después de los hechos narrados. Es en el plano literario donde los hebreos, que aún no han cruzado el río Jordán, se están preparando para ocupar la tierra prometida. Pero hay una triple experiencia que nos deja a los lectores actuales esta narración.

b.    Primeramente, hay un recuerdo mitad mito mitad historia de lo que significó para los hebreos el cruzar el Jordán. La segunda, es una especie de trauma por el recuerdo del exilio que causó Nabucodonosor, año 587, a. C. La tercera, es la experiencia de regresar del exilio tras el edicto de Ciro, año 538, a. C.

c.     El autor del texto de Dt. sabe que Israel ha roto su pacto con el Sr. Dios en varias ocasiones. Sabe que la tierra no ha sido el lugar para que Israel muestre la gracia de Dios, sino un lugar del olvido. Quizás por ello las palabras de Moisés, que no cruzará el Jordán, nos resulten tan premonitorias: si Israel practica el olvido perderá la tierra como lo hicieron los pueblos que lo precedieron.

d.    En Dt. hay dos visiones complementarias. Una pone el énfasis en que el regalo que hace el Sr. Dios es incondicional porque él es fiel. Ver Dt. 9, 4-6. Y la otra nos aclara que el don de la tierra está sujeta a la fidelidad de Israel. Ver. Dt. 19, 8-9.

III. Como lo lejano se hace cercano.

a.     Desde el comienzo que hacemos de la lectura del libro de Dt. la promesa de la tierra que hasta entonces parecía lejana se nos hace más próxima. Dios se revela a Moisés con un nombre nuevo Yahvé, el Señor. Promete que su presencia estará con ellos siempre. Que los acompañará desde la salida de Egipto hasta la tierra prometida. Qué el será de cierto modo su rey.

b.    Pero hay tres elementos esenciales ante los cuales deberíamos fijar nuestra atención y que se dan a la llegada a la tierra prometida.

1.    La tierra ha de ser un lugar para la adoración del Dios de Israel. Pero el pueblo hará todo lo posible por crearse un dios a su conveniencia y donde la tierra dejará de ser santa.

2.    La tierra tiene la vocación de ser un lugar en el que el día de reposo se respeta, tanto para los humanos como para la propia tierra. Pero Israel intentará ser productivo y que la tierra no descanse, las deudas no sean perdonadas. Los esclavos nunca sean libres y que las tradiciones obliguen a que la vida siga siendo como fue y nunca cambie.

3.    La tierra es dada para que Israel pueda cumplir a plenitud las exigencias de la Torá. O sea, actué con derecho y justicia. Quizás aquí haya que leer el énfasis en atender los pobres, las viudas, los huérfanos, los extranjeros y al levita. La tierra es e único lugar donde se han de dar las dos exigencias: el respeto a Dios y al prójimo. Ver Dt. 30, 16-20.

IV. La tierra y la Torá.

a.     Israel está llamado a ser una nación santa sobre la tierra. Pero la Torá recordará constantemente que la tierra pertenece a Dios, el Santo. La tierra será de uso de un pueblo santo, pero si el pueblo no es santo puede perder la tierra.  La propiedad de la tierra está ligada al estatus de Israel.

b.    La Torá que encontramos en Dt. repetirá la celebración de fiestas, como la del Pentecostés, cuando se llevaban al Templo los primeros frutos de la cosecha. Una especie de acción de gracia cultual, donde Israel tiene memoria de lo que el Señor ha hecho por él, desde que lo sacó de Egipto hasta llegar a la tierra de descanso.

c.     Las maldiciones y las bendiciones que encontramos en Dt. 28 están vinculadas, más de lo que a veces creemos, con la tierra. Si se respeta la Torá la tierra será fértil y el Señor vivirá en medio de su pueblo. Pero si la Torá se viola, la tierra será desolada. Lo que describe Dt. 28, es lo que acontece en la destrucción del reino del Norte por los asirios en el año 721, a.C y quizás lo que aconteció en Jerusalén en el 587 a.C.

V. Opiniones, dudas, preguntas, etc

 

 

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