Nunca
Hay que encender una luz en la oscuridad Ni para ti ni a mi es sencillo aceptar las pérdidas. Y por eso lloramos. Ni para ti ni para mi es fácil renunciar a nuestros apegos. Y no es fácil porque entre otras cosas no nos han enseñado a renunciar a nada ni a nadie. Ni para ti ni para mi renunciar es una situación satisfactoria. En realidad nos cuesta renunciar a un trabajo que nos esclaviza, a las amistades que son por compromiso, a los planes de estudios que no son creativos, a almacenar todo tipo de enseres que nunca utilizamos y a las creencias distorsionadas que hemos ido coleccionando con los años en nuestra vida de fe. Ni a ti ni a mi nos han educado en la toma de decisiones difíciles. Y es que cuando deseamos emprender un nuevo camino nos damos cuenta que no podemos llevar todo lo que deseamos o creemos necesario en nuestras mochilas y entonces es que entendemos, con dolor del corazón, que algo tendremos que dej...