Jesús, el exorista
Hemos hablado de por qué Marcos cuenta esta historia a
los cristianos. Hemos hablado de quién es el hombre que vive solo en cuevas y
entre tumbas. Hemos hablado de por qué Jesús no le permite convertirse en uno
de sus seguidores. Llevamos cuatro domingos hablando de un exorcismo. Si, de un
exorcismo. ¿Sabemos lo que significa esta palabra? Si Ud. busca en la Wikipedia
encontrará la siguiente definición: es la práctica religiosa realizada contra
una fuerza maligna, utilizando diversos métodos cuyo fin es expulsar, sacar o
apartar a dicho ente de la persona, objeto o área que se encuentra poseída por
la entidad maligna, ver, como ejemplo, posesión demoníaca, quien somete y
controla al poseído.
El exorcismo es una práctica común en el mundo
mediterráneo entre el s. II a. C hasta
el s. I d. C. En los primeros escritos del cristianismo aparecen. El
evangelio de Marcos es un ejemplo de ello. Lo practican los apóstoles y los
seguidores de Jesús siguiendo sus propias indicaciones.
Encontramos exorcismos en todos los evangelios
sinópticos, o sea en Mateo, Marcos y Lucas, pero en el evangelio de Juan no.
Esta es una curiosidad del NT. En el centro de todos los exorcismos narrado hay
un conflicto siempre presente entre Jesús y las fuerzas demoníacas. Pero
recordemos que Marcos escribe a los cristianos que van a vivir las Guerras
Judías, o sea la sublevación de los judíos contra los romanos que acabará con
la destrucción del Templo en Jerusalén. Así que Marcos está tratando de hacer
entender a sus lectores es que los vientos de la guerra están llegando. La
historia del endemoniado gadareno es una historia apologética y apocalíptica.
Detrás de cada exorcismo llega Dios. Llega el Reino de
Dios. Hay liberación. Hay restauración. El hombre loco, que grita y se mutila
ahora está calmado y vestido. Ahora es una persona otra vez. Cuando Dios llega,
y llega con poder, vuelve la paz.
Marcos necesita comunicar que Jesús es el Mesías que
se espera. Que Jesús es Dios. Así que el Jesús de Marcos hace cosas que sólo
haría el Sr. Dios: lucha contra el mal y hace milagros. Jesús es un exorcista
judío del s. I. Y su ministerio, nos guste o no, incluía la curación y la
liberación, pero a diferencia de los exorcistas de la época, Jesús no imponía
las manos, ni usaba fórmulas mágicas o rituales, tampoco usaba ningún tipo de
objeto religioso. Jesús usaba su voz. Fíjense en el guiño que nos está haciendo
Marcos, el Sr. Dios crea el mundo con su voz, con la palabra, pues Jesús usa la
voz para reprender, dominar y expulsar las fuerzas malignas de las personas. El
Jesús de Marcos tiene autoridad sobre los demonios, sobre las enfermedades,
sobre las olas. El reino de Dios ha llegado.
En la mentalidad judía, los enfermos no están
obligados a buscar a los médicos, aun cuando tuviesen dinero para hacerlo. Los
enfermos a lo que estaban obligados era a hacer penitencias, a orar, a ofrecer
sacrificios. ¿Quizás alguno de Uds. se pregunte el por qué de esta práctica? La
respuesta es muy sencilla. Los hombres y las mujeres enfermaban a causa de sus
pecados. Y sólo Dios puede perdonar los pecados.
Así que cuando ocurría una curación era porque se
aplicaba la ortodoxia y las reglas del
Libro de Levíticos. El enfermo tenía que recurrir al Templo y a sus
funcionarios. Los enfermos y las enfermedades estaban regidos por los códigos
de pureza e impureza. Y fíjense que estoy hablando de todas las enfermedades.
En la época de Jesús a muchas enfermedades mentales u otros tipos de disturbios
de la personalidad se les atribuía su origen a las posesiones demoníacas. Y es que a lo desconocido necesitamos
etiquetarlo con un chivo expiatorio. Cuando no entendemos algo buscamos un
culpable.
El exorcismo que hemos leído hoy demuestra que existía
una triple exclusión a las personas que eran consideradas poseídas por un
demonio:
1ª exclusión: estaban castigados porque eran pecadores
y su enfermedad era muestra de ello
2º exclusión: eran separados de su familia, de sus
amigos, de su pueblo
3º exclusión: eran pobres y pasaban hambre
Pero llega Jesús y comienza a cuestionar profundamente
este sistema. Cura y libera en el nombre de Dios. Y si Dios cura y libera
entonces él no es el culpable de de la enfermedad y el castigo. Jesús cuestiona
el sistema de puros e impuros, pues se acerca y toca a los enfermos, a los
poseídos, a los pecadores, a los extranjeros, a las mujeres. Y es este
acercamiento el que hace que los enfermos se curen y los demonios huyan
espantados.
Cuando Jesús libera y restaura a nuestro hombre que
gritaba y vivía en cuevas está haciendo dos cosas:
a. Acerca el Reino de Dios los hombres y
mujeres, un Reino donde Dios se impone sobre los poderes de la enfermedad y la
muerte.
b. Nos explica que el Reino de Dios es un
lugar donde hay lugar para curación y la liberación.
Querida iglesia: Necesitamos ese Reino entre nosotros.
No queremos vivir más la exclusión, la enfermedad y la muerte nos están
haciendo llorar. Así que si algo van a pedir este domingo en vuestras
oraciones, digán por favor: ¡Jesús acércate! ¡Jesús ven!
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