Hablemos del dinero sin pelos en la lengua
Notas para un estudio bíblico
Tema 8
Eclesiastés 5
I. Introducción
En
6:1-8 el Predicador repite la enseñanza de la declaración anterior: supuesto
que Dios, dueño de todos los bienes, si al mismo tiempo no da al hombre la
facultad de gozar de cuanto le ha dado, esto es un mal muy gravoso sobre el
hombre. El hombre puede tener bienes (v. 2); honra (v. 2); hijos (v. 3); larga
vida (v. 3); pero Dios no le permite gozar de ello, por lo contrario, los
extraños se lo comen, esto es vanidad y su condición es la de un abortivo.
II.Actitudes en la adoración, 5:1-7
Dios
es uno de los absolutos en el pensamiento del sabio. Nuestro pasaje tiene que
ver con la conducta ante Dios que debe ser seria, meditada, reverente, como lo
requiere la infinita distancia que hay entre Dios y el hombre. Encontramos dos
divisiones naturales: Cuando vayas a la casa de Dios y cuando hagas un voto a
Dios; 5:1 y 5:4, respectivamente.
Ambos
pasajes terminan de una manera similar, sin que tengamos que pensar que en
algún momento del texto se encontraban uno después del otro. Adorar a Dios y
prometer a Dios, dice el sabio, es algo que el hombre no puede hacer a la
ligera. Ni debe permitir que elementos extraños enturbien la relación con Dios
obrando neciamente y obteniendo de esta comunión con Dios sólo frustración.
Guarda tu pie, cuida tu conducta; ver Job 119:101). El comportamiento en la
casa de Dios debe ser motivo de preocupación para el que asiste a ella, (ver.
Job 26:12).
El
sacrificio de los necios: La ofrenda del adorador, el sacrificio, era el momento
solemne del culto; éste puede ser menoscabado por una disposición impropia del
momento. No te precipites (Job 5:2). Ni con los labios ni con el pensamiento.
Porque
tu Dios está en el cielo... Refleja el pensamiento que recogió Kierkegaard para
su filosofía y más tarde Karl Barth para su teología, cada uno con un
particular significado. Sean pocas tus palabras (Comp. Mat 6:7; 1Ti 1:6; 2Ti
2:16).
El
silencio es la actitud reverente ante Dios (Hab 2:20). Pues de la mucha
preocupación (v. 3). Dios Habla Hoy interpreta “porque por mucho pensar se
tienen pesadillas y por mucho hablar se dicen tonterías”. Posiblemente un
refrán popular, parecido al castellano “el que poco habla poco yerra”.
Evidentemente cuando se está ante Dios ha llegado el “tiempo para callar”.
Cuando hagas un voto a Dios (v. 4). El voto era una promesa hecha a Dios.
La
ley hebrea regulaba la forma y validez de los votos: Num 30:1-15. Sobre los
votos como obligatorios el Señor protestó (Mat 15:5; Mar 7:10-13) cuando se
usaban como excusa para dejar de lado obligaciones más urgentes. El voto es
obligante, hay que reflexionar antes de hacerlo (Psa 20:25). Ni digas delante
del mensajero (v. 6), de acuerdo a Mal 2:7, el mensajero es el sacerdote. Al no
cumplir el voto no puede hacer que el sacerdote lo anule admitiendo que fue un
error. También hay vanidades y muchas palabras (v. 7).
El
sentido general es el del v. 3, se critica el palabrerío. El original hebreo
parece mutilado y no hay manera satisfactoria de entenderlo. Todo el pasaje
puede resumirse como en el comentario judío The Socino Press: Qohélet resume la
enseñanza de la sección en este versículo. Podría ser traducido: Por (la
penalidad mencionada es el efecto de) la multitud de sueños y vanidades y
muchas palabras’. El significado de sueños se determina por su uso en el v. 2
(3 en castellano). La excesiva preocupación por su uso en la tarea de adquirir
muchas riquezas, la vana búsqueda detrás de muchas riquezas, y las largas
oraciones que llevan a hacer votos que no se pueden pagar; estas eran las
faltas que motivaban el enojo de Dios y hacían incurrir en el castigo que él
infligía.
II.
El engaño de las riquezas, 5:8-6:8
La
lógica no es necesariamente la que motiva los hechos de los hombres ni tampoco
la que puede explicar la historia. Cuando el sabio contempla la vida humana que
bulle a su alrededor no ve otra cosa que contradicciones, pero de esas
contradicciones aprende: La vida humana y la historia humana son los libros del
texto en que adquiere su sabiduría. ¿Qué le sugiere al sabio el abigarrado
mundo que le rodea? Si no puede hablarse de una manera absoluta del sentido de
la vida, sí puede hablarse de un concepto de ella que la haga placentera; es
una meta más modesta, pero siendo que lo absoluto pertenece a Dios es una meta posible
y a ella se remite el sabio.
La
humilde vida del hombre, compuesta de comer, beber y trabajar es, con todo, su
porción, la que Dios, el dador de toda buena dádiva, le ha otorgado. Parece muy
poco pero la significación que demos al concepto del trabajo nos permitirá una
visión más amplia y siempre posible del pensamiento del Predicador. Trabajar no
implica forzosamente la tarea ingrata de encontrar los medios para sobrevivir.
El poeta trabaja, el investigador trabaja, el político trabaja, el sabio trabaja
y de la misma manera el obrero.
El
trabajo debe ser creador en cualquiera de las esferas de que se trate. Debe ser
creador y forjador de la personalidad del obrero. Mirando desde este punto de
vista, la conclusión del Predicador no nos parece tan mortificante. En una
provincia, división política en la organización del imperio persa. La opresión
de los pobres y la privación del derecho y la justicia (v. 8).
Dos
cosas que la sociedad hace con el pobre:
a) tiene derechos, pero no se los reconoce;
b) positivamente se le oprime.
Es
una situación tan vieja como el mundo. Hay alguien aun más alto que ellos
¿Quiénes son éstos que son más altos? ¿Se refiere al rey? ¿Se refiere a Dios?
Preferimos la segunda posibilidad. Que el rey esté al servicio del campo (v. 9),
tiene un sentido oscuro en el original por lo que las traducciones son
generalmente interpretaciones del texto. Curiosa es la traducción de Dios Habla
Hoy; “¡Y a esto se le llama progreso del país y estar el rey al servicio del
campo!” La Biblia de las Américas traduce: “Mas el beneficio del país, para
todos, es que el rey mantenga cultivado el campo.”
Habría
que interpretar el texto como queriendo decir que lo mejor para evitar los
abusos es que el rey mismo y no sus servidores, culpables de exacciones y
opresiones, sea el que se ocupe del cultivo del campo. El que ama el dinero...
y el que ama las riquezas (v. 10) nos da otra paradoja. No hay forma de
satisfacer la ambición del dinero, cuanto más se tiene más se desea. León
Dujovne en su traducción castellana del texto hebreo traduce: “El que ama el
dinero... y el que ama la abundancia (de propiedades)...” El dinero se hace el
dueño del hombre.
Un
rabino acuñó este aforismo: “¿Quién es rico? El que se goza con lo que tiene.
Aparte de verlo con sus ojos: La única satisfacción es la de contemplar sus
riquezas. ¡Pobre satisfacción del avaro! Al rico no le deja dormir la
abundancia (v. 12). Se entiende, por el exceso de comida no puede dormir. Otra
traducción tiene: “La hartura del rico.” También podría referirse a la
preocupación y al temor del rico de verse privado de sus riquezas.
Hay
un grave mal que he visto (v. 13). Sigue el tema de las riquezas. Lo que sigue
puede ser algo real que el sabio ha visto o sencillamente un ejemplo ideado
para ilustrar su enseñanza. Nuestra versión presenta dos casos:
a) el que guarda sus riquezas para su mal
b) el que las pierde en un mal negocio.
Otra
traducción posible es “el mal de la riqueza es que se pierde en un mal
negocio”. El verdadero mal es que, habiendo tenido mucho se encuentra sin nada
en el momento de tener un hijo. El hijo, único en el ejemplo del Predicador, no
puede heredar nada de su padre.
De
la misma manera (v. 16), quiere decir que está sin nada, “desnudo”. Se afana
inútilmente. Nada se lleva, nada deja a su posteridad, esto es afanarse para el
viento. Además, comienza una nueva paradoja suponiendo que “afanarse por el
viento” indica una división natural del pensamiento del Predicador. Vivió
miserablemente negándose toda satisfacción con el dinero obtenido para después
perderlo.
El
bien que yo he visto (v. 18), se refiere al aspecto positivo de la vida: el
trabajo moderado, sin ambiciones, que permite alcanzar la felicidad. Pero la
felicidad en última instancia depende de Dios:
(1) Dios da la vida (v. 18);
(2)
Dios da los bienes (v. 19);
(3)
Dios da la facultad de gozar una cosa y otra (v. 19).
Viviendo
así no hay tiempo para el desengaño y la frustración (v. 20). Se repiten las
ideas Deu 2:24 y 3:12, 13. “No pensará mucho en los años de su vida si Dios le
concede alegría interior” (v. 20, Nueva Biblia Española). Los extraños se lo
comen en este contexto, posiblemente porque no tenga hijos que hereden sus
bienes. Cien hijos y vive muchos años, aquí son los hijos quienes aparentemente
disfrutan. Los bienes, los hijos, la larga vida, eran las cosas apreciadas en
la antigüedad, pero todas estas cosas, sin que Dios disponga que se goce de
ellas, no sirven para alcanzar la felicidad. Un abortivo es mejor que él, o
sea, la muerte les espera a ambos: A aquel que no tuvo nada y se fue a las
tinieblas porque no alcanzó a vivir; y al otro que lo tuvo todo pero fue como
si no hubiese tenido nada. Mal por mal, el abortivo quedó en mejores
condiciones, porque no tuvo la frustración de tener y no gozar.
Las
mejores condiciones para alcanzar la felicidad de nada sirven si no se gozan de
ellas, y esto último depende de Dios. Y con todo eso, su alma no se sacia. Si
el Predicador sigue con la comparación del abortivo y el que no disfruta de lo
que posee, lo que dice ahora, es que el abortivo no deseó nada y por ello no
hay frustración en su suerte, lo contrario del que se afanó por tener cosas que
hacen a la felicidad y no disfrutó de ellas.
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