Agnus dei


Sobre Juan 3: 16-18

Querida iglesia.

Hay días que caminamos bajo un cielo cubierto de nubes, pero albergamos la esperanza de que por encima de las nubes el cielo siga siendo azul.
Nos gustan los textos bíblicos que son nítidos. Esos, que se explican solos y a los que nos podemos agarrar en medio de la tormenta. Los que no necesitan de tener un intérprete cerca. Pues bien,  hoy tenemos uno de ellos frente a nosotros. En el texto de esta mañana se nos dice muchas cosas. Se nos dice, p. e, que el Sr. Dios nos ama. Y esto gustará a algunos y a otros los enojará. Pero también se nos dice que delante de nosotros hay una elección que tomar.  Una acción a escoger. Y entonces el texto que tanto nos gusta y que muchos pueden citar de memoria entonces se vuelve arduo.
Hay afirmaciones que encontramos en estos tres versículos que nos pueden llevar a preguntarnos con qué actitud nos acercamos a la Palabra de Dios. Pero mi pregunta es otra: ¿Qué podemos hacer con este texto en esta mañana? El texto es transparente, no tenemos ninguna duda. ¿O sí? Se nos dice que el Sr. Dios no juzga a las personas sino que es la decisión que toma cada persona ante Jesús y desde la fe la que determinará lo que acontece después. Desde el primer libro del Pentateuco leemos que el Sr. Dios ya decidió amar a sus criaturas. ¿Y nosotros que podemos hacer ante el amor? No mucho. Lo aceptamos o lo rechazamos. Eso lo que hacemos todos. Es lo que hacemos todos los días. Aceptamos un tipo de amor o lo rechazamos. Y por cada aceptación o rechazo pagamos un precio.
Esta porción de las Escrituras, en el evangelio de Juan, está entre dos testimonios a tener en cuenta en el relato bíblico. El primero es el encuentro de Nicodemo con Jesús, en medio de la noche, que se resiste a creer que Jesús es hijo de Dios, si bien lo considera un buen maestro. El segundo, es lo que acontece con Juan el Bautista que responde a una cuestión de sus discípulos respecto a que la gente del pueblo va detrás Jesús. Tanto Nicodemo como Juan creen en la necesidad de un cambio en el modelo de religiosidad. Sugieren que la relación con el Sr. Dios ha de cambiar.
Los cristianos hacemos algo que los judíos practicantes no admiten, decimos que el Sr. Dios envió a Jesús para que no quepa ninguna duda de que Él nos ama. Pero esta acción no fue entendida por la gente en aquél tiempo. ¿Y si en aquel tiempo trastornó a la gente, qué podríamos decir de lo que pasa hoy? ¿Cómo explicar que tenemos miedo a que se sepa lo que creemos, lo que somos? ¿Y que es este temor el que nos impide la mayoría de las veces poner en práctica el mensaje de Jesús en nuestras vidas? ¿Cómo decirle a mi familia, a mis amigos o los compañeros de trabajo que el Espíritu Santo nos desnuda delante de todos? Y es que el Espíritu Santo hace pública nuestras verdaderas intenciones, nuestras creencias, nuestros valores. 
Pero a la vez hemos de confesar que vivimos en una cultura que tiende a esconder o a travestir lo real por la aparente. Y la mayoría de las veces  nos tragamos con más facilidad las tradiciones culturales o familiares que las propias peticiones de Jesús. No, en realidad los hombres y las mujeres no quieren que se sepan quienes son en realidad.
Hay también una parte del texto que se nos hace triste al final de la cita. Una porción que no es tan bonita. Que es brutalmente real porque nos recuerda que tenemos que tomar decisiones en nuestra vida. Nuestras decisiones nos conducen a una realidad muy diferente a lo que a veces añoramos. Y en referencia a la fe lo que nosotros hacemos con Jesús no sólo determina nuestra praxis, sino que habla de nuestra identidad. De nuestro destino.
Cuando tú y yo nos aproximamos a la Palabra de Dios con fe se nos ayuda a leer la realidad con otros ojos que no son los nuestros. Y a ello nos anima la fuerza del Espíritu Santo. Si, querida iglesia, la promesa de Dios nos sostiene firmes cuando todo lo demás parece tambalearse.
El amor nos dice que merecemos vivir una vida diferente y por ello el Sr. Dios ofrece la vida eterna que predicó Jesús. Ahora,¿Puedes creer que el Espíritu Santo te puede cambiar a ti y a mí? ¿Puedes creer que el Espíritu Santo hace de una persona egoísta una persona solidaria? ¿Puedes creer que el Espíritu de Dios hace de una persona miedosa a una persona valiente? ¿Crees que Jesús es el Cordero de Dios? ¿Crees tú esto?
Querida iglesia: Que el Sr. Dios nos bendiga con la honestidad y la coherencia para llevar luz a una realidad tan gris,  tan opaca, tan sombría. Que podamos musitar primero y después proclamar a los cuatro vientos: Jesucristo es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. Si, que tengamos la fe suficiente para creer esto.
Amén ///

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