Veo un pequeño iceberg en mi camino


Apuntes sobre Mateo 11:25-30

Emociones y espiritualidad
Tema II

No resulta cómodo mostrar madurez espiritual si somos personas inmaduras emocionalmente.

¿Por qué hay cristianos que se mueven cada cierto tiempo de una iglesia a otra? ¿Por qué hay cristianos que abandonan un día la iglesia y no se congregan mas? Estoy pensando en esos hombres y mujeres con un compromiso serio con la fe, pero un día parece que la iglesia ya no es tan importante como lo era antes. ¿Qué pasó?

Veamos tres maneras de ver la cuestión:

Primeramente están los que han seguido a Jesús y que como el resto de los mortales tienen problemas en sus matrimonio, que viven solos, que no logran mantener amistades, que tienen dificultades con sus hijos, que tienen adicciones, que la inseguridad les controla, que buscan cada día la necesidad de aprobación, que experimentan sentimientos de fracaso, que están insatisfechos con el trabajo. Y cuando ven los mismos patrones en la iglesia se sienten defraudados. Y se van en pos de un ideal.

Otros cristianos no abandonan las comunidades cristianas, pero están como muertos. Son esa gente que está en las celebraciones pero su mente está en otro sitio. Tenían unas expectativas de fe que no coincidían con la realidad actual y han renunciado interiormente aunque los domingos siguen estando sentados en los bancos de una iglesia. No saben expresar  los que les pasa, pero saben que algo no es como debería ser dentro de ellos. Y cuando alguna cosa sin importancia surge a su alrededor, pues expresan su malestar sin mesura.

Y finalmente, están lo que han olvidado completamente que un día fueron cristianos. Eran cristianos que fueron traidos de la mano a la iglesia y en algún momento de sus vidas se sintieron atascados y entonces decidieron romper con el viaje espiritual que les habían impuesto. Estaban cansados de relacionarse con hombres y mujeres que se decían cristianos y a la vez mostraban compulsiones, arrogancia, soberbia, egoísmos y que cada vez que hablaban parecía que estaban enojados. ¿No sé si conoces alguien así? Para ellos ser cristianos era muy costoso, era como subir una montaña del Pirineo. Así que decidieron que el domingo en vez de estar en la iglesia era mejor quedarse en casa o leer el periódico en una cafetería.

No sé si algunos de Uds. se han sentido identificado con alguno de estos tres grupos. O con los tres a la misma vez. Pero nuestras emociones hablan muy claramente de lo que pasa en nuestra vida de fe. Nuestros dolores expresan lo que hay debajo del barniz de cristianos. Nuestros comportamientos y palabras hablan más alto de cuánto Jesús ha penetrado en nuestro corazón, en nuestra alma y en nuestra mente mejor que una confesión de fe.

La mayoría de los modelos eclesiales que se nos ofrecen nos dicen que avanzamos espiritualmente cuando servimos al prójimo a través de algún proyecto social, cuando oramos, cuando leemos las Escrituras cada día, cuando nos congregamos como cuerpo de Cristo y cantamos. Pero esto que hacemos no garantiza que nuestro mundo interior tenga paz. No garantiza nuestro crecimiento. No garantiza que estemos madurando como personas. No nos asegura que entendamos lo que leemos en la Biblia. Hay cristianos que llevan muchos años en la iglesia y se comportan como niños frente a las crisis. Hay cristianos que cuando hablan lo que escuchamos es de su cansancio. De su  amargura. Cuando lo que esperamos escuchar es sobre la esperanza. Sobre la alegría.

Los signos de inmadurez están en nosotros, pero están escondidos bajo varias capas de pintura. Esas capas se han ido acumulando con los años. Y tienen muchos nombres: el hacer siempre lo que la familia espera de nosotros, intentar quedar bien con todos, decir siempre que si, cuando en realidad queremos decir que no. Comulgar con ideas que no dicen nada de nosotros. Pero en lo profundo de nuestro ser estamos descontentos y nos sentimos solos. Muy solos. Lejos del Jesús de los evangelios. Muy lejos.
      
Hay una ilustración que nos sirve para entender esta realidad. Un iceberg. Sólo el diez por ciento del iceberg es visible al ojo humano. El resto, el otro noventa por ciento esta oculto. Debajo del mar. Pero ese diez por ciento es portador de lo que intentamos mostrar a los demás, contiene lo que  aparentamos, haba delo que nos mentimos a nosotros mismos. Ese diez por ciento intenta mostrarnos como individuos amables, cariñosos, respetuosos, buenos cristianos, que oramos cada noche antes de ir a dormir, que leemos las Escritura en casa y que servimos desinteresadamente si alguien necesita nuestra ayuda.

Pero lo que no se ve, el noventa por ciento esta escondido. Nadie lo ve. Y es que lo que  también forma parte de nuestra persona no se ve a simple vista. Hay una gran parte de nuestro ser que no ha sido transformado aún por la acción del Espíritu Santo. ¿Por qué? La respuesta es sencilla; la mantenemos oculta.

Miremos al texto de esta mañana. ¿Qué dice Jesús sobre la vida cristiana? En el v.30 hay una declaración interesante. Dice que es como un yugo fácil de llevar. Entonces, ¿por qué muchas veces nos sentimos cansados, frustrados y enojados en nuestra vida comunitaria? Aquí hay una invitación a vivir con libertad todo nuestro ser. Toda nuestra persona. Pero muchos hombres y mujeres no están viviendo este tipo de vida. Como sus emociones son mediocres su espiritualidad también lo es.

En la Palestina de los tiempos de Jesús un yugo era un objeto artesanal hecho de madera de tal forma que encajaba perfectamente en el cuello de los animales de tiro. Se acondicionaba de tal manera que evitaba los roces  y los cortes en la piel del animal. Así que interpretando nuestro texto lo que Jesús nos está diciendo es que ser cristiano no te producirá  heridas ni significará llevar cargas imposibles.

Pero nuestra realidad es otra. Vivimos dependiendo de las reacciones de las otras personas. Estamos en alerta cuando nos reunimos con la familia, con los amigos, con la iglesia. Hacemos o decimos algo y esperamos la reacción inmediata de los demás, sean familiares, amigos o hermanos en la fe. Cuando deberíamos estar buscando imitar a Jesús resulta que ser cristiano se ha tornado en una lucha sin cuartel. Donde salimos heridos y golpeados. Donde herimos y golpeamos.

Quizás ahora podamos parar aquí en esta mañana. Y pensar un poco antes de continuar. Tenemos toda una semana por delate para mirar nuestras emociones y nuestra vida espiritual. Quizás ahora podamos comer un poco de pan y beber un poco de vino. Y tener memoria. Y recordar que ha hecho Jesús por nosotros cuando nadie más lo hizo. Quizás el próximo domingo podremos continuar mirando nuestras emoiones y nuestras espiritualidades con la ayuda de las Escrituras.

Querida iglesia: el Sr. Dios nos ha hecho personas a su imagen y a su semejanza. Al menos esto es lo que dice nuestra Confesión de Fe como iglesia. Pero albergo la sospecha que el Sr. Dios no nos ha llamado a tener paz unicamente a los unos con los otros. No, también nos pide que haya paz en nuestro corazón. Aqui y ahora.  Dejemos que el Espíritu Santo nos ayude en esta tarea, porque delante de nosotros hay un iceberg que amenaza con hundirnos.

Amén.

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