Cuando en nuestros rostros hayan lágrimas


Pensando en voz alta

A los discípulos nos gusta escuchar narraciones. Algunas de ellas nos hacen pensar. Otras nos hacen actuar. Y es que las narraciones de Jesús nos hacen mirarnos por dentro.

En realidad nos gustan las historias con finales felices, pero esta quizás no lo es. O al menos no tiene el final que desearíamos muchos de nosotros. Esta es más bien una historia donde algunos de nosotros nos podríamos ver identificados con los personajes que en ella encontramos. Algunos nos comportamos como Pedro, que se deja llevar por el entusiasmo y otros nos comportamos como los discípulos, que permanecen a la expectativa. Mirando desde lejos.Desde la seguridad de la barca.

La palabra entusiasmo indica intensa emoción y se origina del griego enthousiasmos, de enthous, que significa poseído por un dios, o inspirado. Así que algunos de nosotros nos sentimos inspirados a hacer cosas hasta que nos tropezamos con la cruda realidad. Pedro quería caminar sobre las aguas como Jesús, pero entonces se detiene a ver las aguas oscuras y siente el fuerte viento. La cruda realidad de Pedro es el viento y las olas. Al entusiasmo se le olvida decirnos, con mucha frecuencia, que en el camino hay peligros. Que hay cierzos. Que hay olas.

Jesús sabe que la confianza no implica inmunidad contra los temores y el desanimo. Sabe que nos enfrentamos al viento y a las olas. Por ello cuando habla de la débil fe de Pedro  en realidad está haciendo mención a la fe inmadura. A la fe impulsiva.

Los discípulos de Jesús son los que han de aprender que tener una fe madura significa creer más en lo que no se puede ver que en las cosas aterradoras que si se pueden ver y escuchar. Significa poner la mirada en el Señor de los viento y de las olas aun cuando en nuestro rostro hayan lagrimas.

Los discípulos de Jesús son los que no dejan de caminar sobre las aguas. Aun llorando.



Mateo 13

22 A continuación Jesús hizo que sus discípulos subieran a la barca para que llegaran antes que él a la otra orilla del lago, mientras él despedía a la gente. 23 Después de despedirla, subió al monte para orar a solas. Y todavía seguía allí él solo al llegar la noche.  24 Entre tanto, la barca ya estaba muy lejos de tierra y las olas la azotaban con violencia, pues el viento les era contrario. 25 En las últimas horas de la noche, Jesús se dirigió a ellos andando sobre el lago. 26 Cuando los discípulos lo vieron caminar sobre el lago, se asustaron creyendo que era un fantasma y llenos de miedo se pusieron a gritar. 27 Pero en seguida Jesús se dirigió a ellos diciendo: Tranquilizaos, soy yo. No tengáis miedo.                        28 Pedro contestó: Señor, si eres tú, manda que yo vaya hasta ti caminando sobre el agua.                 29 Jesús le dijo: ¡Ven!  Pedro saltó de la barca y echó a andar sobre el agua para ir hacia Jesús. 30 Pero al sentir la violencia del viento, se asustó y, como vio que comenzaba a hundirse, gritó: ¡Señor, sálvame!  31 Jesús, tendiéndole en seguida la mano, lo sujetó y le dijo: ¡Qué débil es tu fe! ¿Por qué has dudado? 32 Luego subieron a la barca y el viento cesó. 33 Y los que estaban a bordo se postraron ante Jesús, exclamando: ¡Verdaderamente, tú eres el Hijo de Dios!


Oración

Padre:

Estamos en medio de las aguas

y la desesperanza nos tiene atenazados.

Jesús: queremos caminar contigo

en este día que comienza;

pero tenemos miedos

Espíritu Santo: se nuestro sostén en medio de la tempestad.

Amén

Comentarios

Entradas populares de este blog

Pocas cosas cura el silencio

Una corta oración

María, madre de Jesucristo, como testigo del amor. Una perspectiva protestante en el diálogo ecuménico