Sintomatologías

 Sobre Jonás 1: 1-3

¿Qué sabemos de Jonás?  Cuando pregunto esto los primeros en responder son los niños. Y mencionan a una ballena. Pero los adultos dicen otras cosas. Dicen, p. e, que fue un profeta del Sr. Dios en los días de Israel. Sabemos que fue llamado para realizar una misión muy semejante a la de otros profetas: llamar al arrepentimiento a un pueblo que estaba cometiendo injusticias. Pero, y aquí la cosa se nos tuerce un poco, a diferencia de los demás profetas Jonás respondió intentando huir de lo que se le pedía.

Si se hubiera negado por cobardía, aunque ésta no es una excusa, alguno de nosotros  le hubiésemos comprendido, pues era conocida la brutalidad con que los asirios trataban a sus enemigos era bien conocida. Pero el problema de Jonás, cuando hacemos una lectura completa del libro,  no parece haber sido la cobardía, sino más bien, el resentimiento contra el Sr. Dios por dar al odiado enemigo una oportunidad de arrepentirse. Jonás no cree en las segundas oportunidades. Y su dios tampoco ha de hacerlo.

Cuando los cristianos leemos esta historia hacemos muchas lecturas. Algunos muestran en público su enfado con Jonás, otros confiesan en privado que ellos hubiesen hecho lo mismo y otros sencillamente no dicen nada. Los judíos ven esta historia desde otra orilla.  Los israelitas habían aprendido que pertenecían al pueblo escogido y que los gentiles eran corruptos, y por lo tanto no eran aceptables a Dios. Así que para ellos la actitud de Jonás era más comprensible.

Jonás se sintió dividido entre su lealtad al Sr. Dios y sus fuertes emociones. Estas eran muy intensas y al final determinaron su conducta. Aquí tenemos una clave importante para entender lo que pasa en el libro: nuestras emociones determinan nuestra conducta. También a nosotros nos pasa. Por motivo de que no puede aceptar rechaza el llamamiento, y toma la determinación de huir del país y alejarse  de lo que no le agrada. Esto es muy humano. Lo hacemos todos. Cuando algo no nos gusta nos alejamos. No tenía la intención de abandonar su oficio; simplemente quería ausentarse sin permiso por un tiempo hasta que la situación desagradable se resolviera sola.

Alguno de nosotros podría utilizar a Jonás como un ejemplo bíblico del peligro de hacer cosas bajo el gobierno de los impulsos. Veamos algunos inconvenientes.    

 a) Un impulso puede hacernos parecer valientes, pero puede llevarnos a errar. No hay dudas de que Jonás fue muy atrevido al embarcarse en un viaje largo por el mar para huir, pero no era lo correcto.

b) Un impulso puede aparentar ser abnegado, pero no deja de ser equivocado. Los viajes en barco no eran baratos así que sospechamos que le costó su dinero y alguna que otra incomodidad; pero seguía siendo una desobediencia.

c)    Un impulso puede hacernos creer que ganamos la libertad, pero seguimos estando equivocados

d)    Un impulso puede hacernos condenar a otros lo que no condenamos de nuestra propia acción.  ¿Qué le hubiera dicho Jonás a otro profeta que desobedecía a Dios? Si, los impulsos son peligrosos si nos dejamos arrastrar por ellos.

Jonás debió haber leído Salmo 139:7-10: ¿A dónde me iré de tu Espíritu? ¿Y a dónde huiré de tu presencia? Pero no lo hizo. Compro el billete y entró al barco. Así que mientras que la nave navegó suavemente sobre el mar, Jonás se olvidó de la misión que Dios le había encomendado.

Ni tú ni yo hubieras podido distinguir a Jonás  de entre la variedad de personas que iban a bordo. Al final Jonás era como las demás personas: un esclavo de sus emociones. Y como tenía sueño se echó a dormir. (Continuará)

 

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