De lo que hay en nuestro corazón


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Pensando en voz alta

Los discípulos han de aprender que los hijos son como un regalo que se nos entrega y que después que crecen lo suficiente hay que ofrecerle la libertad. Los discípulos han de celebrar la vida con todas sus memorias. Con todos sus matices. Con todos sus recuerdos.

Los discípulos saben que sus hijos se les parecen físicamente, y que acaban comiendo lo que ellos comen, que leerán lo que ellos leen y que hablarán como ellos hablan; pero los hijos también son diferentes a los padres. Muchos acaban transitando otros caminos. Vivirán en otras comunidades. Y experimentan otros dolores. Por los hijos los padres y las madres vivirán calma y desasosiego. Alegrías y tristezas. Risas y llantos. Pero los discípulos nunca han de olvidar que los hijos son un regalo del Sr. Dios lleno de sorpresas. Y que nunca serán de ellos totalmente.

A Jesús sus padres le ofrecieron un remanso de seguridad mientras fue un niño en un mundo inundado de violencias. A Jesús sus padres le mostraron la importancia de la libertad en un tiempo de servidumbres. Paz y libertad, dos herramientas vitales para iniciar un camino. Para hacer un viaje sin muchas alforjas. Solo con los años descubriremos que allí donde hay paz y libertad es que el Espíritu de Dios hace milagros con el barro.

Lo que Jesús recibió es lo que Jesús nos ofrece. Paz y libertad. O como dice el proverbio: de lo que hay en nuestro corazón de eso hablan nuestros labios. Por eso Jesús es un regalo, porque no es propiedad de José o de María. Sino que se ha convertido en un regalo para otros. Para los demás. Para nosotros.

Lectura de Mateo 1, 18-23

18 El nacimiento de Jesús, el Mesías, fue así: María, su madre, estaba prometida en matrimonio a José; pero antes de convivir con él quedó embarazada por la acción del Espíritu Santo. 19 José, su esposo, que era un hombre justo, no quiso denunciarla públicamente, sino que decidió separarse de ella de manera discreta. 20 Estaba pensando en esto, cuando un ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: José, descendiente de David, no tengas reparo en convivir con María, tu esposa, pues el hijo que ha concebido es por la acción del Espíritu Santo. 21 Y cuando dé a luz a su hijo, tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados. 22 Todo esto sucedió en cumplimiento de lo que el Señor había dicho por medio del profeta: 23 Una virgen quedará embarazada y dará a luz un hijo, a quien llamarán Emmanuel, que significa Dios con nosotros.

Oración

Señor y Dios.

En este día que comienza damos gracias por los padres que nos recibieron cuando llegamos a este mundo y que nos abrasaron cuando nos marchamos de casa. También damos gracias por los hijos que hemos tenido en nuestros brazos y que ahora dejamos tomar sus propias decisiones. Nuestros padres y nuestros hijos son un regalo. Haznos ser agradecidos. En Jesús nosotros confiamos. Amén.

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