Para que no sintamos frío en el alma


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 Pensando en voz alta

A los discípulos les gustan las cosas grandes y brillantes. Los discípulos han visto el templo de Jerusalén y saben que fue construido para honrar al Sr. Dios, pero hay días que no logran ir más allá de la admiración y de la perplejidad. Hay días que no son capaces de ver los sacrificios que inspiran y las oraciones que suscitan. Se quedan con lo superficial. Con lo que tienen delante de sus ojos.

Los discípulos se han aclimatado a las noticias sobre las guerras y las calamidades que llegan hasta ellos. Se han endurecido por dentro y por fuera con ellas. Han perdido la sensibilidad por lo sencillo. Por las pequeñas cosas. Por lo de todos los días. Pero siempre están dispuestos a fisgonear sobre el final de las cosas. Sobre lo escandaloso. Sobre lo bullicioso.

Jesús sabe que el camino de los discípulos está inundado de distracciones. De entretenimientos. De trillos que no conducen a ningún sitio. Por eso Jesús ora por los discípulos a solas. Mientras ellos duermen.

Jesús consuela a los discípulos cuando los ve preocupados o desesperanzados. Por eso los prepara contra todo derrumbe y pérdida. Contra todo abandono y soledad. Jesús sabe que no hay nada como la compasión para combatir el abatimiento. Jesús es Señor del Consuelo.

Los discípulos no podemos ver el fin de los tiempos. No podemos saberlo todo. No podemos controlarlo todo. Pero esto nos olvida con mucha frecuencia. Por eso Jesús nos ha dejado al Espíritu Santo. Para que no sintamos frío en el alma.  Para que no perdamos la esperanza. Para que no caiga la fe. Para que no olvidemos. Para que en día como estos, podamos decir: ¡Gracias!

Lectura del evangelio de Lucas 21: 5-11

Algunos estaban hablando del Templo, de la belleza de sus piedras y de las ofrendas votivas que lo adornaban. Entonces Jesús dijo: Llegará un día en que no quedará piedra sobre piedra de todo eso que estáis viendo. ¡Todo será destruido!

Los discípulos le preguntaron: Maestro, ¿cuándo sucederá todo esto? ¿Cómo sabremos que esas cosas están a punto de ocurrir?

Jesús contestó: Tened cuidado, no os dejéis engañar. Porque vendrán muchos en mi nombre, diciendo: Yo soy o El momento ha llegado. No les hagáis caso.  Cuando oigáis noticias de guerras y revoluciones, no os asustéis. Aunque todo eso ha de suceder primero, todavía no es inminente el fin.

Les dijo también: Se levantarán unas naciones contra otras, y unos reinos contra otros; por todas partes habrá grandes terremotos, hambres y epidemias, y en el cielo se verán señales formidables.

Oración

Buenos días Señor de la vida:

Hoy quiero mostrarme agradecido. Hoy quiero en medio de los vaivenes de la vida saber quien es Jesús para mí y como recibo su Palabra. Quiero centrar mis acciones en lo realmente importante y no darle mucho valor a lo que trascurre día tras día. Gracias por este tiempo de soledades y de silencios. Gracias por la libertad que viene de ti. Por el consuelo. En Jesús sigo esperando. Amén.

 

Augusto G. Milian

Comentarios

Entradas populares de este blog

Pocas cosas cura el silencio

Una corta oración

María, madre de Jesucristo, como testigo del amor. Una perspectiva protestante en el diálogo ecuménico