¡Eben-ezer!


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Hasta aquí nos ha ayudado el Señor. Son las palabras adecuadas para este último domingo del año.

La lectura del NT para hoy podría pasar desapercibida para los comerciantes, pero no para los discípulos de Jesús. Acabamos este año terrible con algunas dudas y algunas certezas, pero las Escrituras nos ofrecen algunos consejos prácticos a los que intentan imitar a Cristo en la iglesia de Colosas. Pero no nos han de parecer lejanos en el tiempo ni para otros, estas recomendaciones. También son para nosotros. Aquí y ahora.

Hasta aquí nos ayudó el Señor.

Pablo pide a los creyentes muchas cosas. Para algunos son marcadores de vida imposibles de cumplir; pero me gustaria llamarles la atención sobre el el v.15. Allí se nos pide una sola cosa. Algo que está al alcance de todos: que seamos agradecidos. Y la gratitud nos es más que el agradecimiento, el reconocimiento de un favor o beneficio que se nos ha hecho o hemos recibido. Cuando recorremos todas las Escrituras descubrimos que la acción de gracias es una actitud de alabanza al Sr. Dios y cuando entendemos esta verdad estamos en condiciones de hacer de la gratitud un estilo de vida.

Hasta aquí nos ayudo el Señor.

También sabemos que lo contrario de la gratitud es la ingratitud y cuando la ingratitud llega a nuestras vidas es porque hemos dejado de ser agradecidos. Unas de las causas de la murmuración y el distanciamiento entre las personas es la ingratitud.  El sostiene manchas y tiene luz. Los desagradecidos hablan de las manchas. Los agradecidos de la luz.  Las personas agradecidas  siempre ven la mano  del Padre extendida. Dispuesto a abrazarnos, a recibirnos en casa, a vestirnos, a preparar una mesa y hacer una fiesta para nosotros.

Hasta aquí nos ayudó el Señor.

Pero, y ahora llega la pregunta ardua ¿podemos estar agradecidos por todo? Si somos sinceros tendremos que responder q no podemos. Nuestra naturaleza humana es totalmente incapaz de sentir agradecimiento por algo que no nos ha causado algún tipo de beneficio. Solamente el Espíritu Santo puede capacitarnos para expresar gratitud aún cuando sentimos que no podemos. Esta acción nos permite elevarnos sobre los problemas. Y a veces los problemas nos inundan. Nos golpean. Y nos hacen caer.

Hasta aquí nos ayudó el Señor.

¿No tienes un motivo por el cual decir en esta mañana gracias? Entonces, me daré permiso para recordarte, aquí y ahora, que siempre hay algo por lo que dar gracias. Aunque sea pequeño. Aunque esté escondido. Pero si acaso no se te ocurre nada en este momento, piensa en el amor y la misericordia del Sr. Dios que está siempre disponible para ti. Que te acompaña desde que naciste y comenzaste a respirar y que te sostendrá hasta que dejes de hacerlo. Si no se te ocurre un motivo, entonces piensa en el precioso regalo de la vida para siempre que él te hizo por medio de Jesús. Se te quiere tanto que alguien murió para que tú y yo vivieras con dignidad. Para que tuvieramos esperanza.

Si tú me preguntas cuales serán las palabras que diremos antes que se acabe este año de soledades y lagrimas, entonces yo te podré decir que las palabras son: Eben-ezer. Hasta aquí nos ayudó el Señor. Amén ///

Augusto G. Milián 

 

 

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