Todos llevamos cargas


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

I. Algunas consideraciones pertinentes

a. Es muy común encontrar en las cartas de Pablo una sección de cuestiones práctica después de la presentar la doctrina. Gálatas no será diferente. Por una parte hay que tener en cuenta que a lo largo de la carta Pablo se muestra preocupado frente al peligro de que las iglesias gálatas se opten por un estatus más legalista.

b. La exégesis de los versículos que hoy trataremos puede tener la forma de una ladera empinada y no tanto por los detalles de las enseñanzas que portan, sino en la manera que podamos percibir la relación entre esta porción y lo que hemos leído con anterioridad.  Estas dificultades pueden resultarnos arduas por el simple hecho de que Pablo, bajo la presión de la situación en Galacia va pasa rápidamente de un pensamiento a otro, y esto propicia cambios abruptos del texto.

II. Hablemos sobre la restauración.v.1

a. Es probable que el hermano, del que aquí se hace mención,  este “sorprendido" al caer inesperadamente en una falta cuando creía que andaba seguro. El termino griego aquí usado hace referencia  más a algo inesperado que a una trasgresión voluntaria.

b. De todas formas, lo importante es que se aplique la ley del amor a tal caso, evitándose las críticas, más propias del espíritu legalista y Pablo recurre a un llamado en este sentido: Vosotros que sois espirituales

c. Es un error pensar que hay que hacer como si nada hubiese pasado en referencia a la ofensa, pues este no es el proceder de una actuación en la restauración espiritual de los hombres y mujeres que hallamos en las Escrituras. Lo que se espera es que el caído puede levantarse y volver a caminar, pero a condición de que confiese su falta. No se si han notado como Pablo cambia el número gramatical plural de vosotros que sois espirituales al singular, vigílate a ti mismo,  cuando pasa a la segunda parte de la exhortación.

III. Todos llevamos cargas. v.2

a.     No hace falta buscar sutilezas aquí, pues el amor, según la norma espiritual y en contraste con los esfuerzos legales, ha de manifestarse de una forma práctica; el que no se conduele por los sufrimientos ajenos y no está dispuesto al sacrificio personal necesario para remediarlos, no sabe nada de la ley fundamental del Reino.

b.    El amor no es el sentimentalismo, ni actuar como si no pasaran cosas desagradables dentro de la comunidad, sino el llevar las cargas de otros, dentro de las normas de la Palabra. En el versículo primero hemos considerado un caso concreto de la exhortación general.

IV. La responsabilidad personal. vv.3-5

a.     La humildad como antítesis de la vanagloria. Aparece la necesidad de la humildad en este versículo. El creyente no debe anularse a sí mismo si con ello pretende buscar la armonía familiar, social o eclesial. Y es que no ha de olvidarse que los creyentes, tú y yo, si bien estamos inundados de deseos, también contenemos al Espíritu de Dios, y se manifiestan tanto en nuestra personalidad como durante el curso de nuestra vida de fe.

b.    Si falta la humildad, nada podrá hacer en el ámbito del Reino de Dios. Nada. Pues si alguno piensa que es alguien importante en sí mismo, como personalidad humana, y no es capaz de reconocer la aportación que a él hace el Espíritu de Dios, se engaña a sí mismo con simples ensoñaciones. Por tanto no nos extrañemos si la primera consideración que hace Pablo al respecto al comportamiento de los hombres cristianos es que la carne se ha crucificado y que empezamos de cero.

c. La prueba de nuestras acciones. Ver vv. 4-5. Pruebe cada uno su propia obra, y entonces tendrá motivo de gloriarse respecto de sí mismo y no respecto del prójimo Este concepto de gloriarse por sus propias acciones parece contradecir el principio de la humildad y de la nulidad de la carne que hemos comentado en el versículo anterior, pero podemos estar seguros de que Pablo sabe lo que escribe, de modo que la paradoja invita nuestra meditación con el fin de llegar a comprender un principio complementario que hemos de tener en cuenta en el camino del servicio, que es el camino del amor.

d. La explicación del v. 4 se halla en el siguiente: porque cada uno llevará su propia carga, donde el vocablo carga hace referencia al morral que llevaban los soldados en sus campañas y por el cual cada uno era responsable personalmente. El legalismo se deleita en comparaciones entre hermanos, ya que cada uno critica y condena al otro según la norma que él ha aceptado como la mejor; pero la ley de Cristo, la del amor, es ajena a este procedimiento.

e. Al mismo tiempo todo discípulo, consciente de su misión, ha de buscar la imitación de Jesús de acuerdo a los dones que ha recibido. No podrá dedicarse a tareas para las cuales carece de preparación, pero tampoco ha de permanecer con los brazos cruzados esperando que otros lo hagan todo.

V. El que enseña y el que aprende.

a. El que recibe enseñanza en la Palabra, haga participar de todos los bienes al que le enseña. De nuevo entendemos bien la exhortación, pero nos extraña el lugar que ocupa aquí. El significado no ofrece posibilidad de dudas, el principio de correspondencia se hace presente ahora. Hay un momento para compartir entre el que recibe y el que ofrece y esto comprende tanto lo material como el apoyo moral y espiritual.

b. Sabemos por el relato del libro de Hechos que Pablo mismo trabaja a menudo con sus manos para su propio sostén, pero esto no ha de hacernos olvidar el principio básico que recalcó en varias ocasiones: que los hermanos entregados a la predicación del Evangelio han de vivir por el Evangelio, o sea por el apoyo en lo material de la iglesia. Pablo mismo recibía dones de la iglesia de Filipos y de otras según las circunstancias.

VI. La ley espiritual de la siembra y de la siega. vv.7-8

a. Aquí se recurre a una metáfora. En medio de estas exhortaciones al amor práctico Pablo inserta el principio general que determina el fin de toda acción humana: la siega y corresponderá exactamente a la siembra.

b. Dios no puede ser burlado. v.7. El legalismo ofrece una apariencia externa de piedad y de rectitud al par que suprime el impulso primario de la fuerza del Espíritu Santo. Los predicadores judaizantes podían engañarse a sí mismos y a sus seguidores al ofrecer el cumplimiento de la ley como remedio salvífico, pero no podían burlarse de la mirada escrutidora Dios, quien discernía los pensamientos y propósitos del corazón. A pesar de la religiosidad de las enseñanzas y obras de los judaizantes, habían caído en un error fundamental, de modo que Pablo amonesta solemnemente a quienes podrían les ofrecieron oídos para escucharles.

c. Desde luego esta alerta debe generalizarse para asumir todo intento humano de prescindir de Dios, sustituyendo los propios pensamientos de los hombres por las verdades que él ha revelar, sean en el mundo natural o ya sea en el ámbito de la profesión. El Dios que se manifiesta en las Escrituras no tiene prisa y la vida de los hombres y las mujeres es muy breve. Las modas religiosas y filosóficas pasan tan rápidamente que cada nueva generación saca sus novedades que reemplazan las anteriores.

VI. Contra el cansancio. vv. 9-10

a. La exhortación de no cansarnos de hacer el bien,  se enlaza claramente con la ley de la siembra y la siega. A veces el labrador sufre a causa de los fríos del invierno y los calores del verano, que le producen molestias físicas y el natural cansancio del esfuerzo sostenido; pero no ha de acobardarse frente a las dificultades, ya que su experiencia le enseña que tras la siembra vendrá la siega. La cosecha. La recompensa,

b. La doctrina de la salvación por la gracia no ha de hacernos olvidar la necesidad de las buenas obras frente a nuestros semejantes. Desde luego la exhortación de nuestro texto pasa mucho más allá de las visibles obras de caridad. Debemos tomar cuidadosa nota de toda la ética bíblica, con referencia especial a la de los evangelios y de las epístolas, preguntándonos si nuestra conducta corresponde a la norma.

c. Si bien el amor al prójimo es un compendio de la Ley, y que podemos entender ahora como una actividad del Espíritu,  el discípulo ha de preocuparse de modo especial por sus hermanos de la fe, Pablo les llama: los amados de Dios, los santos en Cristo Jesús.

 

 

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