El amor, con amor se paga


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 Pensando en voz alta

El perdón es todo lo contrario al deseo de vengarse de aquellos que nos han roto el corazón alguna vez. Así que cuando abrimos nuestros labios o escribimos: yo te perdono, en realidad estamos renunciando a hacer uso del castigo. Estamos expulsando el demonio de la venganza de nuestros corazones.  Estamos siendo espiritualmente creativos. Estamos ofreciendo libertad a la otra persona para que sea diferente al ofensor que conocimos. Pero el perdón requiere de la gracia. Y no todos los días estamos dispuestos a hacer uso de ella.

Los discípulos sabemos que una cosa es hablar del perdón como principio de la ética cristiana y otra cosa muy diferente es ejercerlo. Sobre lo primero nos sabemos la lección a rajatabla. Pero sobre en lo segundo erramos escandalosamente. Por esto, los discípulos siempre vamos con preguntas a Jesús. Y es que deseamos comportarnos con justicia en un mundo que no es justo. Con gracia, en una cultura que no hace uso de ella.

Jesús hablara con los discípulos, hablará con nosotros, de la importancia de estar preparados para perdonar muchas veces, pero esto implica también estar dispuesto a pedir muchas veces perdón y creer después en el perdón que se nos ofrece. Jesús conoce nuestros corazones y sabe  que nos cuesta abandonar en una esquina los agravios recibidos, los resentimientos atesorados, las duras palabras que se nos dijeron. Jesús sabe que estas cosas se han convertido en un peso que arrastramos cada día. Como si fuera una pena. Algunos de nosotros nos hemos acostumbrado a llevar estas cargas. Otros no.

En esté día cuando en la mesa de gracias por el pan que viene del Sr. Dios, también podremos inclinar la cabeza y pediré que yo pueda  perdonar porque muchas veces he sido perdonado.  Muchas. Y es que el amor, con amor se paga.

 Lectura del evangelio de Mateo 18: 21-22

Pedro, acercándose entonces a Jesús, le preguntó: Señor, ¿cuántas veces he de perdonar a mi hermano si me ofende? ¿Hasta siete veces?

Jesús le contestó: No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete.

Oración

Señor, enséñame a reconocer mis resentimientos y mis ofensas, y que pueda dar el primer paso para despojarme de ellos. Señor, gracias por el pan, gracias porque sabemos que todo perdón viene de ti. En Jesús está nuestra esperanza. Amén.

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