Mi credo cotidiano

Pensando en voz alta

Hay una pregunta que me ronda cuando salgo al camino y voy en busca de un nuevo horizonte: ¿Quién es Jesús? Y es que no puedo entender el alcance de las buenas noticias si antes no soy capaz de  responder a esta simple pregunta. Sólo cuando logro encontrar una respuesta acertada a esta cuestión entonces podré darme permiso para responder a la siguiente pregunta: ¿Quién soy yo?

Los discípulos  pretendemos atesorar todo el conocimiento de la vida, aquí y ahora. Intentamos tener respuestas para todas las interrogantes que nos hacen nuestros hijos y nuestros nietos. Pero hay otra realidad, no nos gusta confesar nuestro desconocimiento. Nuestras ignorancias. Nuestra ceguera espiritual. Y por eso la mayoría de las veces hablamos y hablamos cuando deberíamos estar en silencio. Respirando y escuchando. Escuchando al Cristo.

Cuando Jesús se nos presenta, sin previo aviso, lo que hace es hablarnos del Padre. Y entonces comparte todas las buenas noticias con nosotros. Todas. No se deja ninguna para sí.  Incluso aquellas que a nosotros nos parezcan tristes y se relacionen con la muerte y las despedidas. Para los discípulos hablar de una despedida o de la muerte es una cosa triste. Para Jesús es el anuncio de una gracia que está por llegar.

Sólo cuando somos conocedores de lo que una persona es capaz de hacer por nosotros, entonces comenzamos a valorarla. A amarle. Entonces comenzamos a escucharla. Entonces le seguimos por los caminos, aun en medio de las zarzas y los espinos. Sin duda alguna amamos lo que conocemos.

Para los discípulos ahora es el tiempo para buscar a Jesús. Para Jesús el mundo está inundado de aflicciones; pero el vencerá al mundo. Este es mi credo cotidiano. Esto es lo que me recito cada mañana cuando sale el sol.

Lectura del evangelio de Juan 8: 25-30

Los judíos le preguntaron entonces: Pero ¿quién eres tú?

Jesús les respondió: ¿No es eso lo que os vengo diciendo desde el principio? Tengo muchas cosas que decir de vosotros, y muchas que condenar. Pero lo que digo al mundo es lo que oí al que me envió, y él dice la verdad.

Ellos no cayeron en la cuenta de que les estaba hablando del Padre; así que Jesús añadió: Cuando levantéis en alto al Hijo del hombre, entonces reconoceréis que “yo soy” y que no hago nada por mi propia cuenta; lo que aprendí del Padre, eso enseño. El que me envió está conmigo y no me ha dejado solo, porque yo hago siempre lo que le agrada.

Al oírlo hablar así, muchos creyeron en él.

Oración

Buenos días Señor Dios:

¿Quién eres tú para mí hoy? ¿A dónde puedo ir a buscar respuestas ahora que comienza el día? ¿Qué estoy haciendo con el tiempo que me han dado para vivir en esta tierra de flores y de serpientes? ¿Cuáles son mis aspiraciones para este día? ¿Te conozco realmente? ¿Eres alguien importante para mí? Ayúdame Espíritu Santo a responder estas preguntas antes que la noche llegue. Porque en Jesús está mi esperanza. Amén.

Augusto G. Milián

Comentarios

Entradas populares de este blog

Pocas cosas cura el silencio

Una corta oración

María, madre de Jesucristo, como testigo del amor. Una perspectiva protestante en el diálogo ecuménico