Resistencia y fe


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

En muchas ocasiones hemos escuchado predicar sobre la fe. Y podemos decir que nosotros sabemos sobre ella, la sentimos y que hasta algún que otro domingo la confesamos públicamente como comunidad. Es esta virtud, junto con el amor, la columna fundamental de nuestro testimonio como cristianos. Es la base de nuestros pensamientos, de nuestros sentimientos y de nuestras acciones tanto para nosotros mismos como para el prójimo.

En este sentido, saber las características de fe se constituye en algo esencial para nuestro conocimiento como cristianos reformados. Así, que en esta mañana quiero compartir algunas facetas de la fe y de su alcance e impacto en nuestra vida como discípulos de Jesús en un mundo que aparentemente vive sin el Sr. Dios.         

La fe es esencialmente creer: Es aceptar en el corazón lo que las Escrituras y su anuncio instaurado en Jesús, nos salvará. En el Antiguo Testamento, se puede ver como patriarcas, hombres y mujeres temerosas, profetas y el pueblo de Dios creyeron que la palabra bajaba del cielo y llegaba a ellos y por ella hallaron gracia. En el Nuevo Testamento Jesús enseña sobre la fe y la salvación bajo una nueva premisa: la gracia.

Pero también podemos decir que la fe es certeza: Por lo tanto es una estado espiritual de seguridad y convencimiento de que Jesús es nuestro camino a seguir. Aun albergando dudas.

La fe es confianza: por lo tanto el miedo, la ansiedad y la inseguridad ante las adversidades se apartan de nosotros. En 151 años de historia de esta iglesia podríamos mencionar algunos ejemplos.

Sin duda alguna, la fe es obediencia: Es a través de la fe que alcanzamos la obediencia y ella nos define como discípulos de Jesús. No es lo que decimos. No es lo que aparentamos. Es lo que practicamos. Es lo que imitamos de Jesús.

La fe es fidelidad: lo cual tiene que ver con la constancia y el seguimiento a Jesús. Nosotros le llamamos discipulado. Si creemos y somos fieles a él no tenemos por qué separarnos de su camino ni dudar aun en medio de las tormentas y las malas noticias. Jesús se impuso al viento y al mar. ¿Dejaremos caer nosotros nuestra fe en medio de los conflictos de nuestro tiempo?

La fe no es acumular conocimientos: Estar enterado sobre el Sr. Dios y su hijo Jesús, saber a grandes rasgos sobre las Escrituras no es muestra suficiente de que uno posee fe. La fe no es instruirse: no es estudiar, no es aprender, no es entender, no es reflexionar sobre el Sr. Dios como aprendemos a cocinar o a pintar. La fe en sí misma es un acto de liberación espiritual a través de la aceptación de Jesús en nuestras vidas. Esto trasciende notablemente todo intento intelectual o racional por comprender la fe. Si la fe dependiera de nosotros entonces sería como comprar un artículo que nos guste en un comercio para poseerlo.

Querida iglesia:

La fe viene a ser un regalo, especial y único. Es esencialmente la convicción de creer que Jesús es nuestro salvador y que él es el hijo de Dios todopoderoso el cual quiere hallarnos en gracia a través de nuestro arrepentimiento, fe inquebrantable y cumplimiento del mandamiento amor recíproco. Este es el credo de los fundadores de nuestra iglesia. Este sigue siendo nuestro credo.

Y si esto no les parece suficiente, entonces tendríamos que decir que la fe produce en nosotros seguimiento a Jesús, él es quien nos levanta y quien nos manda a caminar cuando estamos paralizados por el miedo o la tristeza. Las obras buenas que hagamos por nosotros y por otros pueden ornamentar nuestra fe, pero estas no reemplazan o superan la trascendencia de la fe en Cristo, nuestro salvador.

Sólo la fe nos sostendrá cuando andemos por el valle de sombras. Solo la fe nos permitirá resistir aquí y ahora. 

Augusto G. Milian

 

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