Un vaso de agua fresca en nuestras manos


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


                     Pensando en voz alta

Los hombres y las mujeres estamos llenos de preguntas. Abarrotados de dudas. Repletos de incertidumbres. Colmados de temores. Y por ello nos embarcamos cada día en la búsqueda de cartas credenciales para encontrar respuestas. Para recoger certezas. Para decir en que creemos sin experimentar vergüenzas. Para tener un grano, tan sólo un grano de valor, y afrontar la vida que nos ha tocado vivir. Si, necesitamos saber quienes somos para poder cruzar el valle de sombras que a veces aparece en nuestro camino.

Pero lo que poseemos no dice todo lo que nosotros somos. No, no está nuestra identidad en lo que atesoramos. Tampoco somos lo que los demás dicen de nosotros. Nuestra identidad no está en las palabras de los otros. Y menos aún, somos lo que nosotros decimos de nosotros mismos. Nuestra identidad no esta en las creencias sobre nosotros mismos.

Es Jesús quien responde a nuestras preguntas incesantes. A nuestras dudas cotidianas. A nuestros miedos aprendidos. Las palabras de Jesús llegan para desafiarnos. Para hacernos crecer. Para armarnos de una fe adulta. Porque no podemos andar por la vida como si fuéramos unos críos siempre. Nadie puede vivir de recuerdos. Ni de tradiciones. Nadie se puede alimenta hoy del pan que comió ayer. Nadie. Cuando Jesús habla es para decirnos, entre otras cosas, donde radica nuestra identidad. Para decirnos quienes somos. Y nosotros somos los amados por Sr. Dios.

Los hombres y las mujeres estamos inundados por el desamor. Y por eso Jesús pronuncia palabras. Para que no olvidemos. Para que recordemos que el Sr. Dios es amor. Si, las palabras de Jesús son poderosas. Nos calientan el alma cuando afuera hace frío. Nos iluminan las zonas ocultas del corazón. Las palabras de Jesús nos quitan el hambre y ponen un vaso de agua fresca en nuestras manos.

Lectura del evangelio de Juan 6: 30-35

Ellos replicaron: ¿Cuáles son tus credenciales para que creamos en ti? ¿Qué es lo que tú haces?  Nuestros antepasados comieron el maná en el desierto, como dice la Escritura: Les dio a comer pan del cielo. Jesús les respondió: Yo os aseguro que no fue Moisés el que os dio pan del cielo. Mi Padre es quien os da el verdadero pan del cielo. El pan que Dios da, baja del cielo y da vida al mundo. Entonces le pidieron: Señor, danos siempre de ese pan. Jesús les contestó: Yo soy el pan de la vida. El que viene a mí, jamás tendrá hambre; el que cree en mí, jamás tendrá sed.

Oración

Padre,

Te pedimos bendiciones para aquellas personas que hoy están en nuestros corazones,
revélales cada día tu amor, tu bondad y tu poder en medio de sus situaciones personales. Pero también te pedimos que seas Tú la guía para nuestras almas, si tenemos dolor, danos tu paz y misericordia. Si tenemos dudas, calienta nuestra confianza. Si tenemos cansancio, ofrécenos fuerzas para seguir adelante. Si tenemos miedo, revélanos tu cariño.Tú sabes lo que vivimos en este mundo, lo que nos preocupa, lo que sentimos, lo que pensamos, lo que anhelamos. Concédenos hoy toda la fuerza del Espíritu Santo y quédate con nosotros porque comienza el día. Amén.

Augusto G. Milián

 


 

 

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