El dinero no nos cura por dentro


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Pensando en voz alta

En el mundo antiguo la palabra hipocresía significaba actuar en un escenario.

A los discípulos nos gustan las aclaraciones minuciosas. El uso de los adverbios. Los vallados en medio del campo. Nos gusta hacer diferencia entre la política y la religión. Creemos que en nuestra fe no caben los conceptos de imagen y propiedad. Y es que hablar de tales asuntos nos  puede hacer parecer poco espirituales. Pero estamos errados.

Algunos discípulos creen en esa falacia recurrente de que los negocios son los negocios y que la fe es la fe. Pero el Sr. Dios, en las Escrituras,  no reconoce ninguna división entre lo sagrado y lo secular. Para el Sr. Dios todo está relacionado. Y lo que hacemos en un área de nuestra vida repercute en otra. Por tanto los que nos decimos discípulos no podemos pretender seguir el camino del del Reino actuando como si a Jesús no le interesara para nada nuestros trabajos, nuestra vida económica, nuestras responsabilidades ciudadanas. No encontraremos en los evangelios una sola palabra de Jesús que nos otorgue licencia para hacer lo que nos apetezca con nuestros bienes materiales. Ni una sola.

Las monedas en los tiempos de Jesús tienen la imagen del emperador romano, pero los humanos tenemos la imagen del Sr. Dios. Por tanto la intención de Jesús para enfrentar las trampas de sus enemigos es exigir que hay que darle al emperador lo que es suyo: el dinero y darle al Sr. Dios lo que le corresponde: nuestras vidas.

Si los discípulos aceptamos los beneficios del Estado y nos aprovechamos de la validez de la ley, entonces tenemos responsabilidades hacia ella. Sin embargo, hay otros niveles de nuestra vida que pertenecen a Dios y no al imperio de la ley. Si un día nos encontramos con conflictos entre ambos poderes entonces la lealtad al Sr. Dios habrá de llegar primero.

Con los años hemos aprendido que poderoso caballero es Don Dinero. Pero también hemos experimentado que el dinero no nos salva. Que el dinero no  nos levanta del dolor. Que el dinero no nos cura por dentro. Estas cosas sólo las puede hacer Jesús.

Lectura del evangelio de Marcos 12: 13-17

Mandaron a Jesús algunos de los fariseos y del partido de Herodes, para hacerle decir algo de que pudieran acusarlo. Éstos fueron y le dijeron: Maestro, sabemos que tú dices la verdad, sin dejarte llevar por lo que diga la gente, porque no hablas para darles gusto. Tú enseñas de veras el camino de Dios. ¿Está bien que paguemos impuestos al emperador romano, o no? ¿Debemos o no debemos pagarlos?

Pero Jesús, que conocía su hipocresía, les dijo: ¿Por qué me tienden trampas? Tráiganme una moneda de denario, para que la vea.

Se la llevaron, y Jesús les dijo: ¿De quién es ésta cara y el nombre que aquí está escrito?

Le contestaron: Del emperador.

Entonces Jesús les dijo: Pues den al emperador lo que es del emperador, y a Dios lo que es de Dios.

Y su respuesta los dejó admirados.

Oración

Nuestro Dios y nuestro Padre:

A veces pedimos oro y plata, cuando lo que más precisamos es esperanza y consuelo. En este día que comienza necesitamos prestarle la debida atención a todas las áreas de nuestra vida. A todas. Porque todas hablan de nosotros. Porque con todas podemos afirmar nuestra fe. Ayúdanos a ser responsables. A ser serios. A ser equilibrados. Queremos ser imitadores de Jesús y no de los gobernantes de este mundo. Porque en Jesús nosotros confiamos. Amén.

 

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