La ignorancia es muy atrevida


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Pensando en voz alta

Hay sorpresas que llegan para que aprendamos a vivir en esta tierra. Hay sorpresas que llegan para que crezcamos en la fe y dejemos de ser como niños. Si, las sorpresas siempre llegan sin avisar. Pero también hay sorpresas con las cuales no queremos tropezar. Porque son como una enorme roca en el camino. Como una espina que se nos ha encarnado. Como un cuchillo afilado que nos amenaza. Como una mancha de cafe sobre una camisa blanca.

A la mayoría de los discípulos no nos gustan las noticias tristes. Tampoco las despedidas. Y es que no nos agrada saber lo triste que nos espera al final de la calle. Por ello, rechazamos los anuncios de desventuras, las profecías del terror que nos aguarda. O sencillamente nos negamos a decir adiós cuando alguien se va.

Y es entonces, cuando Jesús abre la boca y pronuncia las palabras que más temíamos: vienen días malos. Jesús pretende que las aflicciones no sean un miedo diario para ti ni para mí. Por eso nos avisa. En su despedida nos alerta para que podamos permanecer en la fe. Porque permanecer en la fe es caro. Es duro. Es diario.

Jesús sabe que el nombre del Sr. Dios se cometerá barbaridades. Si, vendrán días donde los que se proclaman como defensores del Sr. Dios y creyentes de toda la vida nos lanzaran muchas piedras desde sus atalayas de costumbres y de dogmas. Nos dejaran solos como se hace con un chivo expiatorio en medio del desierto. Y es que la ignorancia siempre usa la fuerza, los descalificativos y la deshumanización para silenciar a los que insisten en la gracia. Si, la ignorancia es muy atrevida. Y Jesús lo sabe.

Por eso Jesús muere. Y por eso es resucitado. Para que los discípulos recordemos que en este mundo hay aflicciones, pero él ha vencido al mundo.

Lectura del evangelio de Juan 16: 1-4

Les digo estas cosas para que no pierdan su fe en mí. Los expulsarán de las sinagogas, y aun llegará el momento en que cualquiera que los mate creerá que así presta un servicio a Dios. Esto lo harán porque no nos han conocido, ni al Padre ni a mí. Les digo esto para que, cuando llegue el momento, se acuerden de que yo se lo había dicho ya.

Oración

En este día que comienza, Padre, oramos por herramientas para  enfrentar las dificultades que tocan a nuestras puertas cada día tal como lo hizo Jesús, con confianza. Oramos por aquellos cristianos que sufren violencia, e incluso la muerte, por su fe. Ellos son la iglesia perseguida. Oramos para que los días que vengan podamos reflexionar sobre los desafíos que hemos de enfrentar. Oramos para poder hacer uso de la ayuda del Espíritu Santo. Oramos para seguir a Jesús, sin mirar atrás. Oramos para que no caiga la fe ni la esperanza. En el nombre de Jesús, nosotros oramos. Amén.

Augusto Gil Milián

 

 

 

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