La clausula


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Pensando en voz alta

Hemos escuchado muchas veces que el amor con amor se paga. Pero no siempre es tan fácil. En realidad no podemos amar hasta que no somos libres. Hasta que no somos capaces de estar dispuestos a perder el objeto de nuestro amor de entre las manos. Así que antes de decir: yo te amo, asegúrate de estar fuera de la jaula. Asegúrate de no tener ninguna atadura en la mente ni el corazón. Porque lo que generalmente nosotros llamamos amor, la mayoría de las veces no lo es. Es otra cosa. Para los discípulos amar a los demás seria mucho muy fácil si no se nos exigiera una especie de cláusula, que les amaráramos como a nosotros mismos. Porque amar es dar. O mejor dicho, amar es darse. Amar a los demás como a uno mismo es ser generoso con los demás sin esperar nada a cambio. Nada. Pero más temprano que tarde descubrimos que nuestro ego es débil y que en ese viaje de amar a otra persona algunas cosas cambian con los días y comenzamos a pedir. A exigir. A esperar. Y entonces el corazón que antes era de carne se va endureciendo y se convierte en una piedra.

Jesús es la invitación que el Sr. Dios nos hace para que nuestro corazón de piedra se torne de carne otra vez. Por eso el corazón de Jesús se hace pedazos. Para que podamos salir de la prisión en que vivimos. Para que nuestras ataduras caigan

El amor por los demás puede ser una experiencia dolorosa para ti y para mí, pero es un simple primer paso. Pero hay una buena noticia: hay un segundo paso: encontrar un amor que todo lo soporte, un amor  que todo lo crea, un amor que todo lo espere.

Lectura del evangelio de Mateo 5,43-48

También han oído que se dijo: Ama a tu prójimo y odia a tu enemigo. Pero yo les digo: Amen a sus enemigos, y oren por quienes los persiguen. Así ustedes serán hijos de su Padre que está en el cielo; pues él hace que su sol salga sobre malos y buenos, y manda la lluvia sobre justos e injustos. Porque si ustedes aman solamente a quienes los aman, ¿qué premio recibirán? Hasta los que cobran impuestos para Roma se portan así. Y si saludan solamente a sus hermanos, ¿qué hacen de extraordinario? Hasta los paganos se portan así. Sean ustedes perfectos, como su Padre que está en el cielo es perfecto.

Oración

Bueno días Padre:                                                                                                                                      En esta mañana tus palabras me desafían y tocan mis recuerdos. Tus peticiones hay días que se me hace difícil de cumplir porque llevo conmigo las cicatrices del desamor. Pero aquí y ahora quiero hacer una oración por las personas que me han herido. Por las que me han amado sin condiciones. Para los primeros, quiero perdón. Para los segundos, quiero gratitud. Con Jesús. Amén ///

Augusto G. Milián

 

 


Comentarios

Entradas populares de este blog

Pocas cosas cura el silencio

Una corta oración

María, madre de Jesucristo, como testigo del amor. Una perspectiva protestante en el diálogo ecuménico