Una pregunta que viene de lejos


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Pensando en voz alta

Hay un tiempo para hacer preguntas. Hay un tiempo para abstenerse de hacer preguntas. Hay preguntas que me dejan sin palabras. Sin tener nada que responder. Y enmudezco. Y es como si me quedara sin voz. Afónico. Otras veces  tengo una respuesta preparada de antemano. Y es que hay una pregunta que viene de allá lejos y de hace tiempo: ¿Cómo te gustaría ser tratado? A esta interrogante suelo responder con las mismas palabras siempre: Me gustaría ser tratado con respeto. Con misericordia. Con cariño.

Si, en realidad desde que comenzamos a llorar tras llegar a este mundo hasta el día que dejemos de respirar y regresamos a la casa del Padre estaremos anhelando un poco de respeto. Estaremos aspirando a un poco de misericordia. Estaremos suspirando por un poco de cariño.

Los discípulos esperamos un mundo diferente. Porque este que habitamos es injusto. La compasión ha sido echada fuera de las familias, de entre los amigos, de entre los compañeros de trabajo y de la iglesia. Y un mundo donde no hay compasión es un mundo donde nunca podremos ser tratados con cariño.

Por eso los discípulos tienen ante si, cada día, como si se tratase del pan, una decisión que tomar. Una elección que hacer. Y es la de decidir cómo tratar a las demás personas. Qué palabras utilizar para referirse a ellas. Los discípulos podemos bendecir o podemos maldecir. Y estas acciones son como cruzar una puerta.

Jesús sabe que hay puertas fáciles de cruzar. Son puertas dóciles. Pero también sabe que hay otras que son estrechas, ásperas. Unas nos conducen a paisaje abarrotado de apariencias e hipocresías. A un lugar irrespirable. Otras nos llevarán a una geografía donde seremos tratados con misericordia y cariño. A un lugar donde se hará una fiesta porque habíamos estado perdidos y ahora hemos regresado a casa.

Lectura del evangelio de Mateo 7: 12-14

Así pues, hagan ustedes con los demás como quieran que los demás hagan con ustedes; porque en eso se resumen la ley y los profetas. Entren por la puerta angosta. Porque la puerta y el camino que llevan a la perdición son anchos y espaciosos, y muchos entran por ellos;  pero la puerta y el camino que llevan a la vida son angostos y difíciles, y pocos los encuentran.

Escucha Señor mi oración

En este día pido la ayuda del Espíritu Santo para modular mi comportamiento y mis palabras con los que me rodean. Que yo pueda detenerme en medio del frenesí diario y encontrar un espacio para reflexionar en las Escrituras. Que pueda darme permiso para hacerme preguntas. Que Jesús sea la puerta que yo intento abrir. Amén. 

Augusto G. Milián

 

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