Uno de piedra no sirve


 

 

 

 

 

 

 

 

 

Pensando en voz alta

No siempre la vida resulta ser como nosotros nos la habíamos imaginado. De hecho la mayoría de las veces nuestra vida está inundada de matices que no sospechábamos. De recovecos por donde nunca creímos poder andar. Hay días que nuestros proyectos y anhelos se los lleva el viento y entonces entra a nuestra casa sin pedir permiso la frustración. Los discípulos inmaduros frente a las frustraciones  actúan como esclavos de sus emociones. Los discípulos con una fe madura son los que adaptan. Son los que se reforman. Son los que realizan cambios.

Los discípulos muchas veces idealizamos a Jesús. Y acabamos haciendo una lectura romántica e infantil de su evangelio. Pero el evangelio nos describe con muchos detalles la situación entre Jesús y los discípulos sin medias tintas. A veces con dureza. A veces con ternura. Y es que así son las buenas noticias. A veces arduas. A veces simples.

Ante lo inesperado Jesús no se irrita. No pone mala cara. No se atrinchera. Eso es más propio de los discípulos. Eso es más propio de nosotros. A Jesús nunca le molesta la gente que se acerca pidiendo ayuda. Su corazón descubre la desesperanza y el abandono en que se encuentran los hombres y las mujeres. Nosotros necesitamos esa visión. Nosotros necesitamos ese don. Nosotros necesitamos de ese espíritu. Nosotros necesitamos hacer ese camino

Pero para ver a los que están sin esperanza frente a nosotros se necesita de un corazón de carne. Porque uno de piedra no sirve. No sirve.

Lectura del evangelio de Marcos 6, versículos del 30 al 34

Después de esto, los apóstoles se reunieron con Jesús y le contaron todo lo que habían hecho y enseñado. Jesús les dijo: Vengan, vamos nosotros solos a descansar un poco en un lugar tranquilo.                                                                                                              Porque iba y venía tanta gente, que ellos ni siquiera tenían tiempo para comer. Así que Jesús y sus apóstoles se fueron en una barca a un lugar apartado. Pero muchos los vieron ir, y los reconocieron; entonces de todos los pueblos corrieron allá, y llegaron antes que ellos. Al bajar Jesús de la barca, vio la multitud, y sintió compasión de ellos, porque estaban como ovejas que no tienen pastor; y comenzó a enseñarles muchas cosas.

Escucha Señor nuestra oración

Estamos cansados. Pero queremos mantener los ojos abiertos. Enséñanos a ver el mundo Espíritu Santo. Abre nuestros ojos. Porque a Jesús nosotros seguimos. Amén.

 

 

 

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