Creer en medio de la crisis


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

En este primer encuentro sobre el ciclo de Crecimiento cristiano queremos compartir algunas ideas de cómo vivir nuestra fe y poder seguir a Jesús sin hundirnos frente a los problemas que tocan a nuestra puerta cada día.

Vamos a comenzar mirando el texto y haciéndole preguntas: ¿Qué nos dice el texto de los discípulos? ¿Alguien se ha sentido así en algún momento? ¿Por qué tienen miedo los discípulos?

Veamos ahora las palabras de Jesús: Jesús les dice tres cosas. ¿Son estas palabras importantes para nosotros?

La acción de Pedro: ¿Enfrentamos las olas de nuestra vida apoyándonos sólo en las palabras de Jesús? ¿Por qué se hunde Pedro? ¿Por qué grita Pedro?

 La reacción de Jesús: ¿Cómo reacciona Jesús ante lo que está ocurriendo? ¿Jesús extiende su mano ante nuestros problemas?

Permítanme hacer algún comentario al respecto. Mateo escribe para una comunidad que tiene problemas. El entusiasmo de los primeros años se ha enfriado. Las tensiones con los judíos aumentaban cada día. Mateo pretende que sus lectores reafirmen su fe y no se dejen hundir por las dificultades.

¿Pero, en realidad qué nos narra esta historia? Los discípulos están solos. Jesús se ha quedado en tierra orando. Mateo nos dice, con toda intensión que están lejos de la orilla. Rodeados por aguas y la barca es sacudida por el oleaje. El viento sopla contra ellos. Es de noche. Las tinieblas lo envuelven todo.

Los cristianos podemos identificarnos con este relato. Sabemos que las palabras que aquí se utilizan aquí son símbolos de inseguridad, de temor, de amenaza, de peligro. Muchos de nosotros hemos experimentado el estar en aguas profundas, tempestad, sacudidos por las olas. La historia de la nuestra iglesia podría utilizar esta descripción también.

A media noche se acerca Jesús. Jesús camina sobre las aguas. Jesús no ha dejado de pensar en los discípulos. Pero ellos no le reconocen. Para ellos Jesús es un fantasma, una ilusión, algo no real. Son los miedos los que más nos imposibilitan ver a Jesús en medio de nosotros.

Jesús utiliza tres frases para identificarse: Ánimo, Soy yo. No tengáis miedo. En otras palabras, vengo a raerles esperanza. No es un fantasma, sino alguien que está vivo. Tienen que tener confianza aun cuando todo parece perdido.

Entonces Pedro hace una petición sorprendente. No está seguro a quien tiene delante, pero quiere tener una experiencia especial. No quiere caminar sobre la tierra sino sobre las aguas. No quiere caminar apoyado en sus piernas sino en la fe. La respuesta de Jesús no se hace esperar: Ven. Jesús constamemente le esta pidiendo a los discípulos que le sigan. A nosotros nos lo dijo un día. Pero como fue hace tiempo lo hemos olvidado.

Pedro baja de la barca y se pone a caminar hacia Jesús. Si alguien me pregunta qué es la fe cristiana, yo diría que es esto: Caminar hacia Jesús en medio de la crisis. Pero no es fácil vivir este tipo de fe cada minuto de nuestra vida, cada día, cada mes, cada año. Si una cosa hace la fe es que nos desnuda. Saca lo mejor y lo peor de nosotros. Pedro, siente la fuerza del viento, ve las aguas oscuras y siento miedo y es entonces que comienza a hundirse.

Cuando nuestra visión está centrada sólo en las fuerzas del mal, lo primero que aparece sin pedir permiso es el miedo. Después llegan las dudas. Después la desesperanza. Después la indiferencia. Y Por ultimo llega la no fe. Siempre en este orden. Siempre el mismo protocolo.

Pedro se pone a gritar a Jesús. No maldice al viento ni a las aguas. No busca un culpable. Sencillamente pide ayuda a Jesús. Y no se si se han dado cuenta como le llama: Señor. Mateo no pone esta palabra aquí por casualidad. Es el nombre que los primeros cristianos utilizan para referirse al Jesús resucitado. ¿Pero qué pide Pedro en realidad? Salvame. Hay gente que le gusta hablar mucho, pero dicen pocas cosas. Hay palabras sencillas que  dicen mucho. Con Sálvame, Pedro lo dice todo. A veces no tenemos otra palabra que decir que Sálvame.

Según el relato, Jesús le tiende la mano. Después escucharemos sus palabras: Hombre de poca fe.¿Por qué has dudado? Explicar nuestra fe a alguien que no la ha vivido es difícil. Y lo sabemos.

Cuando suben a la barca la tormenta se calma. Y es entonces cuando los discípulos. Que antes decían que era un fantasma, hacen esa confesión de fe comunitaria: Verdaderamente eres el Hijo de Dios.

Creo que sería bueno acabar con algunas preguntas para responder en casa: ¿Cómo está afectando lo que vivimos nuestra vida de fe? ¿Está mi fe en crisis también? ¿He crecido en los últimos años? ¿Estoy aportando algo a mi familia? ¿A mis amigos? ¿A la iglesia?

Sospecho que hay una oraciín que nos resulta familiar: ¡Jesús sálvame! ///

Augusto G. Milián  

 

 

 

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