Dejar de tener miedo a la noche


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Pensando en voz alta

Hay preguntas que nos quitan el sueño. Hay preguntas que nos hacen saltar de la cama en medio de la noche y salir a buscar una respuesta. Hay preguntas que desafían nuestros temores a la opinión pública. Hay preguntas que nos hacemos a nosotros mismos y que le dicen al miedo: ¡Hasta aquí hemos llegado!                     

No sólo los discípulos se preguntan por la identidad de Jesús. También los religiosos quieren saber quién es este hombre que proclama que lo que está en el centro de las Escrituras no es la Ley, sino la gracia. Y es que contra todo pronóstico Jesús recibe a los religiosos, les invita a sentarse a su lado y les tiene en consideración.

Para los discípulos los cambios son arduos. Son dolorosos. Son inimaginables. Para los religiosos también lo son. No nos extrañemos entonces si tanto los discípulos como los religiosos a veces caminamos en medio de las tinieblas confiando encontrar una luz que alumbre el camino y que nos caliente por dentro. Y es que tanto los discípulos como los religiosos intentamos ser personas lógicas y razonables.

Con los años, con las zarzas y con los espinos, que se nos enredan al andar, es que hemos entendido que sólo el Espíritu Santo nos da las herramientas para cambiar lo que debemos cambiar, para perdonar lo que ha de ser perdonado y para sanar lo que ha de ser curado. Sólo el Espíritu Santo.

En el mundo en que vivimos nosotros el nuevo día comienza con la mañana, pero en el mundo de Jesús el nuevo día comenzaba con la noche. Cuando nadie podía obrar. Quizás, nosotros, deberíamos dejar de tener miedo a la noche y comenzar a decir: ¡Espíritu Santo bienvenido a casa!

Lectura del evangelio de Juan 3:13-17

Había un fariseo llamado Nicodemo, que era un hombre importante entre los judíos. Éste fue de noche a visitar a Jesús, y le dijo: Maestro, sabemos que Dios te ha enviado a enseñarnos, porque nadie podría hacer los milagros que tú haces, si Dios no estuviera con él.

Jesús le dijo: Te aseguro que el que no nace de nuevo, no puede ver el reino de Dios.

Nicodemo le preguntó: ¿Y cómo puede uno nacer cuando ya es viejo? ¿Acaso podrá entrar otra vez dentro de su madre, para volver a nacer?

Jesús le contestó: Te aseguro que el que no nace de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios.

Escucha Señor mi oración

Esta son mis palabras de hoy. Son cortas y simples: que yo pueda escuchar la voz del Espíritu entre tantos otros ruidos. En Jesús nosotros esperamos. Amén.

Augusto G. Milian

 

 

 

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