La fe trata de un encuentro con una persona

 




















La iglesia perseguida (Video del pastor George, en el norte de Siria)

¿Qué nos hemos visto y escuchado en esta historia?

¿Por qué este hombre se empeña en ser fiel a Jesús si hasta ahora sus circunstancias son tan difíciles?

Nosotros sabemos muy poco de la infancia de Jesús. Y es que los relatos que poseemos de él, comienzan con su vida de adulto. Y una de las primeras cosas que escuchamos de Jesús es lo que dice Juan, al bautista, su primo: Este es el cordero de Dios.

Sabemos que dos de los discípulos de Juan comienzan a seguir a Jesús. Podríamos decir que siguen a un desconocido. No saben a donde les conducirá, pero le siguen por el camino. Durante cierto tiempo le siguen en silencio. Están a la expectativa. Y es Jesús quien rompe el hielo. ¿Qué esperáis de mi? Los discípulos le responden con otra pregunta: ¿Dónde vives? Las palabras de Jesús no se hacen esperar: ¡Vengan y vean! En otras palabras les invita a tener una experiencia personal. Les pide que no busquen información mediante otras personas, sino que compartan su día a día, vean lo que habla, lo que dice, como se comporta con los demás.

Sólo relacionándonos con Jesús es que podemos a imitarle. Sólo cuando conocemos a alguien es que podemos hablar de él. Sólo buscándole es que le podemos encontrar. Cuando los hombres y las mujeres se conforman con la vida que tienen y no buscan nada más es muy difícil que encuentren algo que cambie sus vidas. Con la indiferencia, la apatía y el escepticismo no podemos encontrarnos con Jesú

Porque lo importante para la fe cristiana no es buscar algo sino encontrarse con alguien. Lo que nos cambia por dentro, y se nota por fuera, no es conocer más cosas sobre Jesús, no es tener más datos sobre el lugar que vivió, no es poder detallar minuciosamente su doctrina, sino encontrarse con él.

En otras palabras, necesitamos experimentar, lo que Jesús nos puede hacer en nosotros y con nosotros. Asi que esperamos que caliente nuestros corazones de piedra. Que nos ofrezca esperanza en medio de tan malas noticias que llegan a casa. Que nos sostenga con amor en un mundo donde los vínculos han dejado de ser importantes.

Esos hombres y mujeres que son perseguidos por ser cristianos, que son discriminados, que son maltratados y condenados a morir por creer en Jesús sencillamente han aprendido a vivir como Jesús. Esos hombres y mujeres merecen todo nuestro respeto. Ellos son los santos de nuestros días.Son ellos los que nos enseñan que se puede vivir de manera sencilla, que hay que darle importancia a lo que realmente es importante, que hay que tratar a las personas con la dignidad y respeto que ellas se merecen.

Quizás la pregunta de este domingo no sea ¿Por qué somos cristianos? La pregunta de esta mañana es ¿para que soy cristiano?

Augusto G. Milián 

 

 

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