A ninguno de nosotros nos gustan los finales tristes


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 Pensando en voz alta

A ninguno de nosotros nos gustan los finales tristes. Los evitamos. Preferimos las historias que aparentemente acaban con una victoria del bien sobre el mal. Con el triunfo de la justicia o del amor. Con un horizonte infinito que se abre ante nosotros. Con una resurrección.

Los discípulos esperamos mucho de nuestra realidad circundante, pero en nuestro mundo hay aflicciones. Los discípulos hay días que nos remitimos al pasado como si fuera una tabla de salvación en medio del naufragio e intentamos encontrar en él la fuente de inspiración o de enseñanza para enfrentar los retos del presente. Pero en realidad del pasado sólo atesoramos fotos y recuerdos. A los discípulos se nos ha pedido que compartamos las buenas noticias y enfrentemos el mal. Que participemos de la sanación.

Pero estas tres últimas cosas son arduas y poco cotidianas para nosotros. Asi que tras cada uno de nuestros fracasos. Después de cada lágrima. Después de cada caída. Después de un abandono Jesús tiene que recordarnos una y otra vez la necesidad imperiosa de creer. De crecer. De salir de nuestras cuatro paredes. De no convivir tanto con las serpientes y si más con las flores. De tener esperanza.

Porque es la esperanza cristiana la que nos pregona que Jesús ha aceptado el duelo con el mal y ha salido victorioso. Que ha peleado por nosotros. Con nosotros. Que no hay que seguir lamentándose y quedándose como los hombres y mujeres que sobreviven sin esperanzas.

A los que tenemos miedo. A los que estamos preocupados. A los que nos hemos dejado arrastrar por las mareas. A los que estamos paralizados por el frío y la niebla. A ti y a mí, Jesús nos dice: ¡Levántate, anda y comparte buenas noticias! Si, esas palabras no son sólo para los otros. También son para ti y para mi.¡ Buenos días y que nos volvamos a ver!

Lectura del evangelio de Marcos 16,15-18

les dijo: Id por todo el mundo y proclamad a todos la buena noticia.  El que crea y sea bautizado, se salvará; el que no crea, será condenado. Y estas señales acompañarán a los que crean: en mi nombre expulsarán demonios; hablarán en idiomas desconocidos; podrán tener serpientes en sus manos; aunque beban veneno, no les hará daño; pondrán sus manos sobre los enfermos y los curarán

Escúchanos Señor porque estamos orando unidos

Padre: Nosotros  también hemos sido escogido/a por ti. Hemos sido llamados por ti. a. Esto nos lleva a salir de nuestra geografía conocida .Déjanos distinguir los signos de tu presencia en medio de la familia, de la iglesia, de la ciudad. Nosotros intentamos responder con confianza. Con fe. Por Jesús caminamos. Amén ///

Augusto G. Milián

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