Me detengo en medio del camino y entono una canción


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Pensando en voz alta

Hay un tiempo para orar en la soledad. Hay un tiempo para orar acompañados. Hay un tiempo para habitar el mundanal ruido. Hay un tiempo para emigrar al reposo. Al silencio. Hay unos días para practicar la presencia de la gente. Hay un día para cultivar la relación con el Sr. Dios sin prisas. Nosotros no hemos sabido hacer la diferencia entre estos dos tiempos. Entre estos días. Nosotros tenemos un problema.

Las prioridades del Reino de los cielos no se asemejan mucho a las prioridades de nuestra cultura. Los discípulos tenemos que tener esto claro. Nuestras prioridades son los hombres y las mujeres que están cerca de nosotros, no los edificios y las instituciones. Si alguna cosa ha de estar en el corazón de los discípulos, si alguna señal distintiva han de portar, si alguna carta credencial han de mostrar, esa ha de ser la compasión. No se les exigirá otra.

Jesús no se mantuvo ajeno a los roces con los fariseos. Jesús no se quedó en silencio ante los tradicionalistas y no porque estos hombres y mujeres fueran los peores individuos de su tiempo. En realidad la incomodidad del autoritarismo con Jesús era porque Jesús movía escandalosamente las tradiciones que no nos hacen mejores personas. Que no nos hacen felices.

Cuando las costumbres y los hábitos invaden mi fe como si fueran un frente frío y me piden sometimiento y rigidez me detengo en medio del camino y entono una canción:

 

¿Quién transforma el corazón
que alejado y duro está?

¿Quién conoce mi interior
y me ama aún así?

¿Quién mi vida rescató
y con su gracia me guió?

¿Quién murió por mí en la cruz
quién me amó sin condición?

Sólo Jesús //

 Lectura del evangelio de Marcos 2: 23-28

Un sábado iba Jesús paseando por entre unos sembrados. Los discípulos, según pasaban, se pusieron a arrancar espigas. Los fariseos dijeron a Jesús: ¿No ves que están haciendo algo que no está permitido en sábado? Jesús les contestó: ¿Nunca habéis leído lo que hizo David cuando él y sus compañeros se sintieron muy hambrientos? Entró en la casa de Dios, siendo Abiatar sumo sacerdote, y comió de los panes de la ofrenda, algo que no estaba permitido comer a nadie, sino solamente a los sacerdotes. Y dio también a los que lo acompañaban.  Y Jesús añadió: Dios hizo el sábado por causa del ser humano, y no al ser humano por causa del sábado. ¡El Hijo del hombre es Señor también del sábado!

Escúchanos Señor porque estamos orando unidos

Padre: Tus nos distes las Escrituras para que encontráramos la vida en ellas y nosotros nos colocamos cargas pesados de llevar. Padre: Tú nos has dejado al Espíritu Santo para que conocer la libertad y nosotros hemos preferido confiar más en nuestras fuerzas y opiniones. Jesús tenemos hambre y no sabemos si acercarnos o no  la mesa donde has puesto el pan y el vino. Jesús /// en ti esperamos. Amén

Augusto G. Milián

 

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