No intentes respirar debajo del agua


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 Génesis 2: 7

Hoy quisiera comenzar con el principio.

Todo lo que acontece en la historia de la salvación es por lo que hemos escuchado en esta mañana. Con un solo soplo el Sr. Dios nos hizo humanos. Y ser hombre y mujer implica tener emociones así que si alguien les pide descartar tales cosas en la iglesia porque es sospechoso, porque es irrelevante, porque carece de importancia no le crean.

El modelo actual de discípulado cristiano exalta lo espiritual sobre lo físico, lo social, lo emocional y lo intelectual. Pero este modelo esta errado. Porque no dice todo lo que somos. Las Escrituras no nos permiten hacer estas divisiones.

Durante 1400 años se consideró que la Tierra era el centro del Universo. Pero llegó Copérnico en el s. XVI y cuestionó esta idea a  pesar de las tradiciones que imperaban en la astronomía. Pero esto no impidió que los hombres y las mujeres cambiaran su manera de ver el mundo inmenso en que vivían. Y comenzaran a creer que en realidad la tierra giraba alrededor del sol

Sin embargo por alguna razón la mayoría de los cristianos seguimos creyendo que somos el centro del Universo y que se puede ser un creyente espiritualmente maduro y a la vez emocionalmente inmaduro. ¿De dónde nos viene esta idea? Una respuesta sencilla no existe. Generalmente nos movemos por herencias recibidas y prejuicios adquiridos. Uno de esos prejuicios nos dice que siempre hay que colocar lo espiritual sobre los otros componentes de nuestra vida como es lo físico, lo emocional, lo social e intelectual. Otro prejuicio que heredamos y que hemos escuchado muchas veces es: el cuerpo es malo, el espíritu es bueno.

Cuando les pregunto a los estudiantes que significa para ellos estar modelados a la imagen de Dios ellos me hablan de algún aspecto espiritual. Asi que cuando nos proponemos ser como Jesús nos imaginamos orando como Jesús, leyendo las Escrituras como Jesús, sirviendo como Jesús, cantando como Jesús, sufriendo como Jesús, bueno, en realidad esto último no lo queremos hacer. Y entonces tenemos un problema porque la Palabra de Dios nos dice que somos algo más que seres espirituales.

Asi que cuando un cristiano intenta separar su salud espiritual de su salud emocional nos tropezamos con un cristiano que tiene problemas. Por ejemplo, a muchos de Uds. se nos dijo que la ira era un pecado capital. Así que tenemos creyentes luchando contra sus sentimientos, reprimiéndolos, negando como se sienten, ignorando sus dolores. Pero las Escrituras nos dicen otra cosa: airaos pero no pequéis o sean lentos para la ira.

Hubo un tiempo en que estaba enamorado de Jesús. El era todo para mí. Hablaba de él a cada momento. Pero pocas veces consideré a Jesús como un hombre y por tanto me alejaba de mi propia humanidad. Asi que durante años he estado caminando con un Jesús que tenía poco de humano. Tampoco yo lo era mucho. Porque estaba buscando la aprobación de las personas que me rodeaban constantemente.

Una de las primeras herejías del cristianismo fue el docetismo. El docetismo decía que Jesús nunca había sido humano sino que parecía un humano. Nosotros aunque no confesamos tal creencia de manera pública muchas veces con nuestras acciones y palabras respaldamos esta creencia. Asi que dedicamos mucha energía y tiempo en parecernos a Dios, en hablar como Dios, olvidando que tenemos nuestras limitaciones. Y  entonces conocemos de hermanos en la fe que no se dan permiso para mostrar dolor, o enojo, o depresión por la sencilla razón que alguien le dijo que esas cosas no eran propias de Jesús. O de cristianos que sostienen que leer las Escrituras, orar y hablar de Jesús es más espiritual que mantener la casa limpia, o tener hábitos saludables de alimentación o ver una película con la familia.

¿Recuerdan a Jesús en el huerto de Getsemáni? Está orando sólo. Es un hombre. Deprimido emocionalmente, confundido, abrumado. Dice Lucas 22:44, como estaba angustiado se puso a orar con más fervor y su sudor era como gotas de sangre. Mucha gente que se dice cristiana no entiende muy bien lo que está pasando. Niegan  el stress emocional de Jesús.

Y cuando esto ocurre lo que surge es un aletargamiento en nuestras emociones y en nuestro espíritu. Es como si el mundo interior estuviese alejado del mundo exterior. A esta separación Jesús le llama hipocresía. Y esto significa literalmente en griego hacer teatro. Pero lo curioso es que a menudo a los creyentes se les pide y se espera que hagan teatro. Que su mundo interior no tenga nada de ver con su mundo exterior. Que de lunes a sábado pueden ser de una manera y el domingo de otra. Cuando hablo del mundo exterior estoy pensando en nuestras relaciones y en lo que acontece en nuestra cultura. Cuando hablo de mundo interior hablo de lo que sentimos, de lo que valoramos, de lo que amamos, de lo que honramos, de lo que odiamos, de lo que creemos.

A Israel se le pide que ame al Sr. Dios con todo el corazón, con toda el alma, con toda la mente, con todas las fuerzas. Los cristianos he conservado esta demanda. Pero no se puede amar a Dios si no le conoces y aun más, no puedes amar si no sabes lo que es el amor. Si no te amas a ti mismo.

Querida iglesia. Les estoy proponiendo un trabajo duro. Un trabajo que demanda mucho tiempo. Les estoy proponiendo una revolución coperniana. La tierra no es el centro del universo es el sol. No podemos separar nuestra espiritualidad de nuestras emociones.

El padre Adán y la madre Eva se escondieron del Sr. Dios cuando les vino a buscar para dar un paseo. Desde entonces hemos estado dividiendo a Dios, separados unos de otros, escondiéndonos dentro de nosotros mismos. Sintiendo vergüenza, experimentando soledad, reprimiendo lo que sentimos, autoprotegiéndonos, quebrantados, solos. Muy solos.

Pero esto no tiene porque seguir así. No tenemos que enseñar tales cosas a nuestros hijos o a nuestros nietos. Si, ya sé que crecer para parecernos a Jesús requiere tiempo, fuerzas, valentía, pero también sé que para parecernos a Jesús hay creer en la gracia de Dios.

Querida iglesia: El Sr. Dios ha soplado sobre nosotros. Y nos ha hecho humanos. Asi que no intentes respirar debajo del agua.

Bienvenidos al segundo nacimiento

Augusto G. Milián

Comentarios

Entradas populares de este blog

Pocas cosas cura el silencio

Una corta oración

María, madre de Jesucristo, como testigo del amor. Una perspectiva protestante en el diálogo ecuménico