¿Quién es nuestro enemigo?


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

I. Lectura de Efesios 6: 10-12

 

II. Definiendo términos.

a. ¿Qué es un enemigo? Miramos al diccionario.

1. adj. contrario (‖ que se muestra completamente diferente).

2. adj. Dicho de una persona o de un país: Contrarios en una guerra. U. t. c. s. m.

3. m. y f. Persona que tiene mala voluntad a otra y le desea o hace mal.

4. m. Conjunto de personas o de países contrarios a otros en una guerra.

5. m. En el derecho antiguo, hombre que había dado muerte al padre, a la madre o a alguno de los parientes de otro dentro del cuarto grado, le había acusado de un delito grave, etc.

6. m. diablo (el príncipe de los ángeles rebelados).

b. Pablo continua llevándonos de la mano, ahora nos trae hasta las realidades más cruda de los creyentes. Nos dice que tendremos una oposición. Que debajo de la superficie que muchos de nosotros vemos se libra una batalla espiritual invisible. Pablo nos presenta al diablo, a ciertos principados y potestades que vendrían a combatir el hombre nuevo

III. El enemigo que enfrentamos. vv.10-11

a. Hay dos maneras de enfrentar al mal. Lo primero es fortalecernos en el Señor. ¡De él viene nuestra fuerza! Esta llega cuando reconocemos que dependemos de Dios, le buscamos en oración, leemos su Palabra y escuchamos su voz.

Luego debemos vestirnos, tomar la armadura y ponérnosla. Esto requiere iniciativa, una acción de nuestra parte y una decisión: no me enfrento con mis propias fuerzas sino que uso las armas que Dios me da. Es un acto de humildad y de confianza total en su poder y en su sabiduría.

b. Las fuerzas que nos combaten tienen tres características principales:

1. Son poderosas.

2. Son malos. La fuerza es si es neutral. Pero los poderes opuestos a Dios lo utilizan para la destrucción

3. Son astutos. Utilizan las asechanzas. Las trampas. Las mentiras. Las maquinaciones.

IV. La guerra espiritual. v.12

a. Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades: Pablo no llama al creyente a entrar a la guerra espiritual. Él simplemente anuncia que es un hecho: no tenemos lucha contra sangre y carne, sino (nosotros si luchamos) contra principados y mucho más. Tú estás en una batalla espiritual. Si eres ignorante o ignoras ese hecho, muy probablemente no estés ganando la batalla.

b. Porque no tenemos lucha contra sangre y carne: El hecho que nuestra batalla real no es contra sangre y carne esta perdido en muchos Cristianos, quienes ponen todos sus esfuerzos en esa dirección. La idea de Pablo es más de lo mismo que en 2 Corintios 10:3-4: Pues aunque andamos en la carne, no militamos según la carne; porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas.

c. Principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes: Pablo utilizó una variedad de términos para referirse a nuestros enemigos espirituales. Les debemos de tener como con diferentes niveles y de muchos rangos, y éstos tienen la misma meta: el tumbar al Cristiano del lugar donde esta parado.

d. 6:11 nos dice que toda nuestra guerra es el combatir los engaños del diablo (Efesios 6:11). Al final del día es totalmente irrelevante si el oponente al que nos enfrentamos es un principado, o potestad, o gobernante de las tinieblas de este siglo. De manera conjunta, todos son miembro de las huestes espirituales de maldad en las regiones celestes. Todos son parte de un ejército espiritual que esta organizado y que esta establecido en rangos – y bajo la dirección de Satanás, el diablo, quien viene a nosotros con sus engaños.

e. Algunos interpretan la naturaleza de los principados y potestades en términos meramente naturales. Markus Barth escribió, “Concluimos que por principados y potestades, Pablo quiso decir los axiomas y principios del mundo político, económico y social, de moralidad y biología, de historia y cultura.” Pero esto contradice lo que Pablo dice sobre nuestra batalla la cual no es contra sangre ni carne.

V. Intervenciones, dudas, preguntas

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