Ahora somos libres


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Hay que encender una luz en la oscuridad

Hay hombres y mujeres que no saben vivir en el presente. Hay mujeres y hombres que se sienten muy cómodos con el pasado. Y hablan de él como si fuera un lugar donde habitara la felicidad. Pero el pasado no es un lugar para vivir. El pasado es sobre todas las cosas un lugar para aprender.

Pero, si somos sinceros, tendemos que admitir que aprender nos cuesta. Requiere de mucho tiempo y de mucho tino. Y nosotros vivimos en la cultura de la inmediatez. En la cultura del desacierto. Los discípulos lo sabemos. Y comportarnos como lo haría Jesús nos demanda tener memoria y hacer esfuerzos. Ser agradecidos. Porque hay momentos en que el aprendizaje se torna un procedimiento doloroso. Donde al final portamos cicatrices que no la disimulan los tatuajes.

A diferencia de la tradición judía donde los discípulos eligen al maestro, Jesús se da permiso para elegir a los discípulos. Y los va llamando uno a uno por su nombre. Pero en nuestro atavismo existe el criterio que cuando el Sr. Dios nos llama lo hace con una voz reconocible. Si, el Sr. Dios nos llama por nuestros nombres antes que nadie lo hubiese hecho. El Sr. Dios también te ha llamado a ti y me ha llamado a mí, incluso antes que nuestros padres y hermanos pronunciarán nuestros nombres.

Cuando alguien me pide que describa mi línea de fe, generalmente hago con trazo con algunas simas y con algunos pueyos. En el principio hay un punto que indica el día que llegue  este mundo y al final hay tres puntos suspensivos que pronostican lo que ocurrirá el día que me haga viejo y deje de respirar. Pero entre el principio y el final está lo mejor. Una especie de postre. Y es esto lo que no debo olvidar nunca. Aunque camine con el corazón roto. Es allí, y no en otro lugar, donde están mis marcas espirituales: las Escrituras nos declaran que tras la muerte de Jesús en la cruz hemos sido perdonados, hemos sido llamados y hemos sido adoptados. Así que ahora somos personas nuevas. Y esto me llena de esperanza.

Recordar en esta mañana que hemos sido llamados por Jesús contiene un mensaje importante para vivir en el aquí entre tantas flores y en el aquí entre tantos espinos. Ya no estamos obligados a repetir la vida de nuestros abuelos o la de nuestros padres, porque las cosas viejas han tenido su tiempo y ahora estamos ante lo nuevo. Si, el pasado ya no puede controlarnos ni manipularnos. Ahora somos libres para hacer nuestro propio camino.

Lectura del evangelio de Juan 15,16

No me elegisteis vosotros a mí; fui yo quien os elegí a vosotros. Y os he destinado para que os pongáis en camino y deis fruto abundante y duradero. Así, el Padre os dará todo lo que le pidáis en mi nombre.

¿Quién escuchará mis palabras?

Padre: A ti dirijo mis primeras voces del día. A ti mi reconocimiento. A ti me encomiendo. Ayúdame a tener presente que tengo dos oídos y una sola boca. Y que he sido llamado más a escuchar que a estar hablando constantemente. Que sea el Espíritu Santo quien me acompañe en el camino de aprender y desaprender y no las opiniones de los hombres y las mujeres. Jesús, en tu nombre nosotros seguimos pidiendo. Y esperando. Amén /// 

Augusto Gil Milián

 

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