El verano ha llegado sin pedir permiso


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Hay que encender una luz en la oscuridad

Abro las ventanas y el aire calienta lo inunda todo. El verano ha llegado a la ciudad sin pedir permiso. En mi infancia el verano era un tiempo para ser feliz pues no había que ir a clases y las horas de luz eran eternas. Asi que esta idea la he mantenido después de tantos años. Aprovechar las horas de luz e intentar ser feliz.

Muchos hombres y mujeres creen que son llamados a ser felices todos los días. A todas las horas. Algunos creyentes también lo creen. Pero esto es una utopía. Por más que leo y leo en las Escrituras no encuentro el mandato del Sr. Dios a que seamos felices. Más bien nos da las indicaciones para que seamos capaces de amar y de ser amados, para que crezcamos; pero esto no excluye que el dolor y las pérdidas toquen a nuestras puertas. Es como si el motivo del dolor fuera abrirnos los ojos. Que dejáramos de ser sordos. Tener un corazón de carne.

La manera que vivimos la fe afecta nuestras vidas. A veces para bien. A veces para mal. Los discípulos conocen a los religiosos. También conocen las leyes. Para los religiosos el realizar un trabajo el día de reposo constituía una falta gravísima. Pero el problema era que a veces las normas que habían interpretado resultaban en un absurdo que iba en contra del significado de la verdadera ley dado por el Sr. Dios.

Jesús sabe de la dureza de los corazones de aquellos que se dicen religiosos. Sabe de cómo nos gustan las apariencias. Sabe de cómo nos escondemos detrás de las tradiciones. Pero también conoce cuanto de gracia portan los mandamientos. A los primeros los denuncia y enfrenta. A los segundo los cumple desde la compasión.

Delante de nosotros está la vida y la muerte. La ley y la gracia. Nosotros tendremos que elegir nuestros caminos. Nuestras acciones. Nuestras palabras. Y no un día a la semana como algunos tienen por costumbre, sino todos los días. Porque una religión sin misericordia está muerta.

Si, el verano ha llegado a la ciudad sin pedir permiso. Pero nosotros somos bienvenidos a la gracia.

Lectura del evangelio de Mateo 12: 9-12

 Jesús siguió su camino y entró en una sinagoga. Había allí un hombre que tenía una mano atrofiada, y los que estaban buscando un motivo para acusar a Jesús le preguntaron: ¿Está permitido curar en sábado? Jesús les contestó: ¿Quién de vosotros, si tiene una sola oveja y se le cae a un pozo en sábado, no irá a sacarla?  Pues una persona vale mucho más que una oveja. ¡De modo que está permitido en sábado hacer el bien!

¿Quién escuchará mis palabras?

Padre: En este día que comienza vengo con el corazón en las manos. Confesamos que Tú eres grande en misericordia y lento para la ira. Y nosotros no nos parecemos a Ti. Pero queremos tener un corazón semejante al tuyo. Un corazón sensible. Un corazón perdonador. Espíritu Santo suaviza mis palabras y mis gestos para que yo no sea juzgado por los mandamientos de los hombres sino por la gracia del Sr. Dios. Porque a Jesús queremos imitar. Amén.

Augusto G. Milián

 

 

 

 

 

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