Alzar nuestra voz al viento


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Hay que encender una luz en la oscuridad.

En nuestra cultura todas las persecuciones y pérdida son observadas como una tragedia. Como una maldición. Como una desgracia. Y esto es algo que aprendimos desde pequeño. Si, en nuestras familias y nuestras iglesias las pérdidas y el sufrimiento no son bienvenidas.  Con los años hemos aprendido que todos sufrimos pérdidas, pero que no podemos quedar abrazados a ellas como si fueran un talismán. Hay que crecer incluso en los días que vivimos.

A los que me pueden escuchar cerca, a los que me escuchan en la distancia: la vida cristiana se vive con entendimiento y con esperanza. No repitiendo viejas credos. Ni creyendo que por ser víctimas vamos por la senda estrecha. El Sr. Dios nos ha creado con una triada de facultades: nos dio la mente, nos dio la voluntad y nos dio las emociones. Y de esas tres es la mente el motor, que nos impulsa ha abrir los ojos al mundo, según nuestra tradición, y no las emociones. Es a través de la mente que el Sr. Dios llega al corazón y a los afectos de ti y de mí. Por ello abogamos por una fe adulta. A dejar de ser niños.

Jesús está invitando a los que tengan oídos para escuchar a que no se dejen amilanar por el día a día, o por las malas noticias que llega a las puertas, o por los gritos que proclama el miedo, porque aunque la situación a nuestro alrededor, es dolorosa y asfixiante, nos está haciendo caminar hacia un mañana. Hacia otro día. Hacia otra realidad que ahora no vemos. En otras palabras, los barcos se construyen para que enfrenten el mar. No para que se queden atados y seguros a un puerto.

Una de las quejas que más escucho es que estoy cansado. Por eso las pérdidas nos producen un nudo en la garganta, por eso lloramos y perdemos el sueño. Porque estamos cansados de luchar y de esperar. Pero los cristianos sabemos que las cosas insumirán tanto tiempo como tú y yo les permitamos. Algo siempre queda sin terminar, alguna cosa olvidamos; pero tenemos que elegir con sabiduría lo que hacemos y lo que no. Tenemos que escoger lo mejor que esté a nuestro alcance.

Y ahora me pregunto: ¿Nos damos permiso para aceptar las pérdidas? ¿Reconocemos que tenemos libertad para decir no a la cultura que pretende dejarnos a oscuras? Unos diremos que si. Otros diremos que no.

Que sea el Espíritu Santo quien nos muestre el camino para ver al Sr. Dios cada día cuando salga el sol por el horizonte. Y que tengamos la fuerza necesaria para alzar nuestra voz al viento. Para cantar.

En la antigüedad se sabía que los cristianos eran los que cantaban en medio del dolor.

Lectura del evangelio de Mateo 5:10

Dios bendice a los que son perseguidos por hacer lo correcto, porque el reino del cielo les pertenece

¿Quién escuchará nuestra oración?

Padre: Que tus amaneceres me despierten. Y que al despertarme me entusiasme. Y que el entusiasmo evite que caiga en la rutina. Que yo pueda tratar con misericordia al que me encuentre en el camino. Que yo pueda dar gracias por la comida de mi mesa. Que yo pueda decir te quiero sin remilgos. Y que no te olvides, ni por un instante, que cada segundo de vida es un regalo, es un obsequio. En la gracia nosotros creemos. Amén.

Augusto G. Milián

 

 

 

 

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