El milagro de volver blanco lo que estaba amarillo


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Hay que encender una luz en la oscuridad.

Hace años, cuando algunos de nosotros éramos niños, las mujeres de mi pueblo  para blanquear las sábanas después las lavarlas a mano con cenizas y algo de jabón, las colgaban sobre cordeles y allí las dejaban para que el aire y el sol hicieran el milagro de volver blanco lo que era amarillo. Durante mi infancia creí que el blanco estaba escondido dentro de las telas y que necesitaba del sol para salir afuera.

Durante el verano hemos estado hablando en nuestra comunidad sobre el perdón como mandato de Jesús a sus discípulos mientras mirábamos algunos pasajes del evangelio. Y una de las cosas que descubrimos era que el perdón no era un proceso rápido, inmediato, como algunos creyentes sostienen.

En realidad no creo que podamos perdonar de verdad a otra persona con todo el corazón hasta que nos demos permiso para sentir el dolor que nos ha acontecido, para experimentar el dolor que nos han causado y no esconderlo. Cuando alguien me dice que el perdón sólo trata de nuestra voluntad sospecho que no sabe lo que es la aflicción.

Pero ahora sabemos que cuando Jesús nos declara perdonados, no lo hace suponiendo que nosotros hemos hecho todo lo que estaba a nuestro alcance. No, el perdón del Sr. Dios no tiene como base nuestro esfuerzo personal. Ni nuestra capacidad para evitar la injusticia. Ni nuestras emociones.

Jesús sabe de nuestra debilidad. De nuestra ignorancia. Sabe de lo que somos capaces de hacer cuando nadie nos ve. Sabe de nuestra rebeldía, de nuestro egocentrismo, de nuestra obstinación. Y como lo sabe es capaz de gritar a los cuatro vientos: Padre perdónales porque no saben lo que hacen…

Quizás en esta mañana nosotros estamos en condiciones de comprender porque hay días que en medio de la aflicción optamos por alejarnos del Sr. Dios. Y es que siempre será más cómodo huir del dolor que aprender de él y sacarlo fuera.

Pero la antigua receta para blanquear las sábanas sigue siendo útil para nuestros corazones de piedras. Hay que sacar el dolor afuera para que le de el sol. Hay que perdonar.

Lectura del evangelio de Marcos 11,25

Y cuando estén orando, si tienen algo contra alguien, perdónenlo, para que también su Padre que está en el cielo les perdone a ustedes sus pecados

¿Quién escuchará nuestra oración?

Padre: En este día que comienza lava todos mis injusticias y limpia mi boca y los malos  pensamientos que ha derramado mi corazón de piedra. Señor, a Ti acudimos con necesidad y quebrantamiento. A Ti oramos y agradecemos que en tu gracia nos hayasenviado a Jesús a ser el cordero que quita el pecado del mundo. Espíritu Santo, tú nos haces presentes las promesas de que todos los que creen en Jesús no perecerán, sino que recibirán el perdón de sus pecados y tendrán la Vida. Jesús a ti seguimos hoy. Amén.  

Augusto G. Milián

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