El duro oficio de escoger


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

El pasado es un lugar para aprender. No para vivir. Hoy les invito a mirar en el pasado de los judíos. Y aprender de él.

Estamos ante una invitación a un cambio. El desierto está en el recuerdo de los hebreos. Y ahora reciben una invitación a tomar partido. Y esta invitación está llena de exigencias y testimonios. Josué está hablando delante de todo el pueblo. Pero permítanme que viaje hasta el v. 15 sin medias tintas. Estamos frente a una de las más hermosa confesiones de fe en el Antiguo Testamento. Este versículo expresa el corazón de un gran líder espiritual en el final de su vida. En estas palabras simples encontramos la voluntad del Sr. Dios expresamente declarada. Estamos para servir al Señor y debemos hacer todo lo posible para ver que nuestra familia siga nuestro ejemplo. «Y si mal os parece servir al Señor, escogeos hoy a quién sirváis; si a los dioses a quienes sirvieron vuestros padres, cuando estuvieron al otro lado del río, o a los dioses de los amorreos en cuya tierra habitáis; pero yo y mi casa serviremos al Señor.» –  Josué 24:15 

Cuando los hijos de Israel se trasladaron a Canaán, estaban preparando para establecer sus hogares permanentes en lugar de vivir en tiendas de campaña que eran bajadas y se movieron cada pocos días o semanas. Su líder, Josué, lanzó un reto fuerte para las familias de Israel. ¿Que Dios o dioses van a servir?  ¿Servirán a los dioses de Egipto, donde fueron esclavizados? ¿Servirán a los dioses adorados por los diversos pueblos que han encontrado en el nuevo territorio? ¿O servirán al Dios que los sacó de la esclavitud en Egipto, los guió a través de los años de vagar en el desierto y los trajo a al lugar donde estamos ahora? Tenían que hacer una decisión, y su decisión haría toda la diferencia en el mundo, no sólo para sus vidas sino a toda su historia.

Hay muchas opciones que podemos hacer, sin embargo, la que es absolutamente vital es a quien servimos. Podemos optar por tener a nuestros dioses falsos (el amor al dinero, ropa, joyería, deportes, TV, etc.) o podemos optar por caminar con Dios. Tenemos que ser conscientes de que lo amamos más que al Sr. Dios es temporal, finito, estacional. Al igual que Josué, el apóstol Pablo hace una recomendación a los cristianos que deben elegir qué tipo de vida desean seguir: No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta. – Romanos 12:2

Y si seguimos mirando con lupa al texto, nos encontramos con otras palabras muy curiosas escoged hoy. Creemos que las decisiones se toman en el momento adecuado. No podemos estar dejando nuestras elecciones para el futuro. No tenemos ninguna garantía que el futuro es el mejor lugar para decidir. El día es hoy. La salvación es ahora.

La propuesta de Josué tenía como línea general el arrepentimiento, al dejar de lado a los dioses de sus antepasados y los dioses extranjeros: «Quitad, pues, ahora los dioses ajenos que están entre vosotros, e inclinad vuestro corazón al Sr. Dios de Israel.”  (v. 23). Cuando los israelitas se mostraban indecisos o con sus labios decían una cosa y con sus prácticas otras, Josué debe haber recordado lo que Moisés les había dicho que no sería capaz de servir a un Dios santo y celoso, porque Dios no tolera rivales. No te inclinarás a ellas, ni las honrarás; porque yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso.  (Éxodo 20:5)

La decisión de servir al Señor solamente sobre la base de entusiasmo no va a durar. Josué lo sabía. Nosotros sabemos esto muy bien. Las emociones vienen y van. Hoy nos sentimos bien y media hora después se nos está cayendo el mundo encima. Por ello las decisiones de un cristiano tienen como base la integridad, no las emociones ni la acumulación de conocimientos. En otras palabras, lo que hablan nuestros labios es lo que hacemos. Al menos esto es lo que se espera de nosotros: Ahora, pues, temed al Señor, y servidle con integridad y en verdad; y quitad de entre vosotros los dioses a los cuales sirvieron vuestros padres al otro lado del río, y en Egipto; y servid a Jehová. (Josué 24:14).

La decisión de seguir a Dios implica un ejercicio de elección formado con dos elementos: con un compromiso de sinceridad y de verdad de nuestra parte. Y este ejercicio es diario. No durante una hora del domingo. No cuando me siento con el agua al cuello. Pero este ejercicio de integridad en la fe significa servir de todo corazón, con toda el alma, con todo el corazón. Somos invitados a servir sin culpa. Sin ataduras al pasado. Sin muchas expectativas en el futuro. Esto era cierto para los israelitas, como es cierto para nosotros. Aquí y ahora.

No somos esclavos del temor. Podemos elegir, aunue sea un duro oficio para nosotros. Queridos hermanos bienvenidos a la libertad.

Augusto G. Milián

 

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