¿Espero no estar pidiendo demasiado?


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Hay que encender una luz en la oscuridad.

¿Dónde está nuestro corazón? Esta no es una pregunta retórica. Si, te pregunto a ti que escuchas. Y me pregunto a mi cuando nadie me ve. ¿Dónde está nuestro corazón? Tengo que confesar, aquí y ahora, que mi corazón siempre ha estado donde ha recibido amor y donde lo he dado. No en otro lugar.

También quiero reconocer algo en este día que comienza: nadie nace amando. Nadie cuando abre los ojos al mundo puede decir yo amo. Y cuando digo nadie es nadie.  Y es que esto de amar es una destreza que vamos adquiriendo con los años. Una especie de aprendizaje. Algunos necesitamos muchos años para aprender a amar. Otros requerirán mucho tiempo para curar las heridas que tenemos después de poner el corazón en manos ajenas. En resumidas cuentas, el amor es un arte que se adquiere como otras cosas útiles de la vida que también necesitamos para vivir. Como el respirar. Como el hacer oraciones.

Pero hay otra certeza que me ronda: si no amamos faltará algo durante nuestra travesía. Y tú y yo lo sabemos. Por regla general nos domestican para amarnos los unos a los otros primero y después cuando se acerca la hora de la despedida, cuando ya no podemos respirar más, entonces amamos al Sr. Dios. Y ahora viene mi sospecha. Creo que el proceso ha de ser inverso.

Jesús conoce de nuestros impulsos por acumular objetos. Sabe que le tememos a la miseria y al desamparo. Que nos paraliza la realidad de no tener un pan sobre la mesa hoy. Y como mira dentro de nuestro corazón y no se deja guiar por las apariencias nos musita al oído: Sean contraculturales.  No os dejéis arrastrar por las modas. La vida verdadera no es poseer. La vida consiste en dar. En darse.

Si, algunos pensarán que soy un utópico o un romántico. Ya sé que debido a las serpientes y a los espinos el corazón de muchos de nosotros se ha endurecido como una piedra, pero no nos dejemos vencer por el mal. Nosotros estamos aquí para vencer al mal haciendo el bien. Asi que hay que darse permiso para amar sin esperar nada a cambio. Nada. ¿Espero no estar pidiendo demasiado?

Lectura del evangelio de Mateo 6, 19-21

No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen, y donde ladrones minan y hurtan; sino haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan. Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón.

¿Quién escuchará nuestra oración?

Padre: En este día que se levanta concédenos el don del amor. El regalo de amar todo lo que hay en la tierra, y sobre todo a los hombres y a las mujeres que se cruzan en mi camino. Que yo puede amar sin hacer acepción de personas a mis hermanos, que son a veces desgraciados. Que a veces están tan solos como yo. Danos Espíritu Santo la fuerza de amar a los que no nos aman, a los que no nos conocen y dicen palabras hirientes sobre nosotros. Que se nos conozca por lo que amamos y no por la cantidad de textos bíblicos que memorizamos. En Jesús nosotros esperamos. Amén

Augusto G. Milián

Comentarios

Entradas populares de este blog

Pocas cosas cura el silencio

Una corta oración

María, madre de Jesucristo, como testigo del amor. Una perspectiva protestante en el diálogo ecuménico