La mar domesticada


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Querida iglesia:

El libro del Éxodo nos explica al principio que los israelitas eran esclavos en Egipto, allí construían para el Faraón. En alguna de esas construcciones, las pirámides, este hombre, el Faraón, sería enterrado y resucitaría para vivir eternamente entre los Dioses. La divinización del Faraón necesitaba de la negación de la dignidad de los israelitas que no eran considerados seres humanos, sino más bien, objetos que se podían compra y vender. Muchos historiadores no creen que el trato que los esclavos padecían en Egipto fuese tan duro como estamos acostumbrados a ver en las películas que se han hecho sobre esta historia.

Cuando leemos el texto de Éxodo 14 es fácil observar que estamos ante una historia tremenda, ante una lucha entre dos dioses. El primero el Sr. Dios, que se muestra tan cercano que casi parece un ser humano más; y el segundo el Faraón, un hombre tan poderoso y temido que parece un Dios. En esta batalla el Sr. dios utiliza lo imposible, lo peligroso, el mar amenazante, para convertirlo en un lugar de salvación para un pueblo de esclavos. Cuando todo estaba perdido, cuando no había salvación posible, el Sr. Dios actúa en medio de la naturaleza y de la historia. 

Pero debemos recordar ahora que la mayoría de las veces, sólo recibimos la ayuda divina después de haber ejercido nuestra fe al hacer primero todo lo que esté a nuestro alcance. Y eso nos obliga a detenernos en el v.13.

No temáis; estad firmes y ved la salvación que Jehová os dará hoy.

Este versículo que algunos solo sitúan en la historia de la salvación de los hebreos, contiene el mandato del Sr. Dios para nosotros en aquellos momentos en los que enfrentamos a circunstancias terribles y extraordinarias dificultades. ¿Qué debemos hacer cuando no podemos retroceder o ir hacia adelante y el camino está bloqueado a la derecha ya la izquierda?

La palabra que trascribe el texto es No tenga miedo. Manténgase firmes.  Así lo mejor que podemos hacer en este momento es escuchar sólo el Espíritu Santo, porque otros vendrán con sus sugerencias y consejos virtuales, pero el Señor dice: Estad quietos, y sabed que yo soy Dios» – Salmo 46: 10. 

No tengas miedo es una de las repetidas palabras que se dirá a lo largo de las Escrituras. El miedo nos tentará cada día para convencernos que es demasiado difícil para nosotros seguir viviendo la vida cristiana. En un momento de debilidad podríamos pensar que ser cristiano es muy arduo, sin embargo, por mucho que el Maligno puede presionar nosotros hemos seguir en el camino. Alguno de Uds. podrá preguntar de donde viene mi certeza. Y mi respuesta será: Jesús murió y resucitó para que tengamos fuerzas para enfrentar el presente.

Pero en el presente tenemos a la impaciencia y la ansiedad gritándonos: Levántate y haz algo. Pero muchas veces son pocas las cosas que podemos hacer en realidad.

¿Cómo hemos llegado a este lugar? Se preguntarán los que no leen. No sólo nuestras decisiones nos han traído hasta este lugar. Sino que el Sr. Dios nos tiene justo donde él quería que estemos. Los hijos de Israel estaban frente al mar y el mar les amenazaba. A sus espaldan marchaban las tropas de los egipcios. Y fue en este lugar donde su fe fue probada.

Hoy podemos estar en una situación donde aparentemente no hay salida, y el enemigo se acerca por detrás. Sin embargo, el Sr. Dios tiene un propósito para tenernos aquí. Un propósito que ni tu ni yo podemos ver.  Nosotros creemos que estamos ante el Mar Rojo. En peligro.

Albergo la sospecha que cuando nos enfrentamos a dificultades en la vida, el Sr. Dios quiere lograr dos cosas:

1. Quiere que compartamos nuestra fe

2. Quiere que aprendamos a confiar en él.

El final de la historia la conoceís. El Mar Rojo de abre, pasan los hebreos y cuando los egipcios intentan pasar son arrasados por las olas y la marea alta. Solo entonces es cuando los hebreos comienzan a cantar.

Querida iglesia:

¿Debemos confiar en las promesas del Sr. Dios? Les invito a que digan que Si. Él les dijo a los hebreos que no podían cantar: No temáis; estad firmes y ved la salvación que Jehová os dará hoy, porque los egipcios que hoy habéis visto, no los volveréis a ver nunca más. El Señor peleará por vosotros, y vosotros estaréis tranquilos.

Vienen días que lo único que podemos hacer era mantenernos firmes. Agarrados a la roca que es Jesús Porque la mar será domesticado. Amén.

Augusto G. Milián

 

 

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