Crecer nos duele


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

I. Lectura de Santiago 3, 13-18

II. Lo primero siempre se relaciona con lo que viene atrás.

a.     Al comienzo del capítulo tres se describe la vida humana como una existencia sometida a la perversidad de la lengua y  esta como una potencia esclavizadota. Al menoes esta es el parecer de Santiago. No sé si nosotros cristianos del s. XXI mantenemos este criterio o preferimos darle la independencia a la lengua para que diga lo primero que se nos viene a la mente o para que repita lo que leemos en Internet para que nuestros oyentes vean cuan sabios somos.

b.    Ahora estamos en la segunda parte del capítulo. Y tendremos que comentar algunas ideas sobre la responsabilidad y el crecimiento. Y la inutilidad de los discursos humanos. Sospecho que son palabras duras para una sociedad como la nuestra que tanto valor le ofrece a los discursos y a las promesas electorales. Si tubiesemos que hacer uso de un poema para sintetizar el planteamiento de Santiago yo recurriría a ese de Neruda que dice:

 es tan corto el amor y tan largo el olvido

III. Hay que abandonar ciertas costumbres.

a.     Veamos los vv. 13 y 14. ¿Qué está diciendo realmente Santiago aquí? Se dirige a sus destinatarios y sustancialmente les pide que dejen de hacer discursos a partir de vosotros mismos. Si anteriormente nos decía que la lengua nos domina, aquí tenemos una consecuencia y ejemplo de tal dominio. Si hemos de hablar de algo que sea de la energía que recibimos de parte del Sr. Dios. Y es que no somos sabios por nosotros mismos. No nacemos sabios. Es una adquisición. Nos viene de afuera. Pablo diría que nos viene de lo alto.

b.    Para Santiago la lengua es un apéndice de pecado. Nosotros no somos tan extremistas con tal órgano. De hecho somos muy dados a tratar con cariño a nuestra propia lengua y mirar con desamor la lengua ajena. Y quiero utilizar aquí y ahora, la terminología de pecado que ofrece Pablo porque era la que se impuso en la iglesia primitiva de la cual Santiago formó parte. Un pecado no era solo una falta moral, sino como una fuerza que nos esclaviza.

c.     Entonces Santiago lo que pide como muestra de crecimiento, de sabiduría a los creyentes es que domen su lengua. Que la controlen. Que no la dejen en su estado salvaje. Asi que tenemos una primera oportunidad de etiquetar a la conversión, ese proceso que inicia el Espíritu Santo en nosotros, Un converso es alguien que controla su lengua no por su propia voluntad sino por la acción de ES. Es interesante como en el v.13 el término que nosotros habitualmente leemos como buena conducta se refiera precisamente a la conversión.

d.    Los hombres y las mujeres creyentes crecen hasta alcanzar la estatura de Cristo, se vuelven sabios, cuando son capaces de hacer este movimiento de volver sobre sus propios pasos. De dejar de fabular sobre la vida, de tener la necesidad de dar su opinión constantemente, de dar riendas sueltas al impulso de controlar a los demás.

e.     Veamos ahora con paciencia al v.14. Santiago cree que hay personas en la iglesia cristiana con un espíritu de amargura que hay creyentes que les apasiona las discusiones y las disputas. No sé si conocen personas así. Gente que cuando no hay grandes problemas en la comunidad ellas las crean para que entonces su lengua se levante. Esta es una realidad de nuestro cristianismo contemporáneo. Orgulloso y no dado a pedir disculpa cuando se equivoca. Iglesias que prefieren ganar un debate que cuidar a sus hermanos en la fe.

f.      Santiago entiende que los hombres y las mujeres somos individuos divididos. Una parte de nosotros quiere hacer la voluntad de Dios y hay otra que está a la expectativa para que se haga lo que nosotros creemos oportuno sin rechistar. Por tanto lo primero que solicita Santiago es que no nos mintamos a nosotros mismos ni a la verdad. Sospecho que aquí el término verdad está relacionado a las enseñanzas de los apóstoles. La creencia de que al pecado se le combate a base de voluntad o de exhortaciones cotidianas para hacer el bien, es falsa. Es un humanismo falible y equivoco.

IV. Crecer es una opción. No todos estamos dispuesto a tal cosa.

a.     Hay personas que no quieren crecer. Hay personas que no se les permite crecer. Sabemos que alguien crece cuando se torna sabio. Cuando piensa antes de hablar. Cuando sabe de la importancia del silencio. Crecer es como abrir los ojos al mundo que nos ha tocado vivir. Y ser consciente de que la mayoría de las veces la vida no es como nosotros nos imaginamos. Un niño cree que sus padres siempre le darán aquello que el desea. Un adulto ha llegado a la conclusión que no todo lo que deseamos nos hace bien. Una de las diferencias que existe entre un niño y un adulto es esa sabiduría natural. Pero esa sabiduría o sentido común, como algunos le llaman no garantiza que evitemos el dolor o que causemos daño.

b.    Porque en definitiva nacemos con la idea innata de que debemos sobrevivir a cualquier precio, de que tenemos que imponernos a otros para ser felices, que tenemos que acaparar cosas para ser poderosos. Y esta idea no se anula con los años, sino más bien se va modulando. Se ha haciendo menos visible. Se torna más políticamente correcta. Y en la iglesia se nos enseña a hacer tal cosa. Pero el Espíritu Santo viene en nuestra ayuda y se hace presente para liberarnos de tal pulsión. No tenemos que apoderarnos de la voluntad de nuestros hermanos, de nuestros familiares. Crecer nunca es dominar. Al menos en las enseñanzas de Jesucristo nunca encontraras este criterio.

V. Crecer es mirar hacia arriba.

a.     Crecer nos duele. Porque tenemos que despojarnos de la comodidad o de la seguridad. Hay hombres y mujeres que aunque han crecido en altura y en grosos sus mentes y sus corazones han seguido albergando la idea de que son niños que necesitan ser queridos, mimados y protegidos. Y como niños utilizan su lengua sin control alguno. En mi pueblo se decía que los niños y los borrachos siempre decían la verdad. De los borrachos no quiero decir nada hoy, pero de los niños permítanme que albergue algunas dudas. También los niños mienten, sobre todo cuando quieren evitar un castigo.

b.    Si para Santiago una señal de sabiduría es mirarse a uno mismo sin esconder nada, también lo es ese ejercicio extraño de mirar al cielo, buscar la sabiduría de lo alto. ¿De dónde viene este consejo? Sospecho que de la sabiduría sapiensal, de la recopilación de experiencias como pueblo que la recibido en forma de herencia de Israel.

c.     Santiago alberga la esperanza que solo la sabiduría de Dios nos puede librar de esa duplicidad de decir una cosa y hacer otra. De no decir siempre la verdad para que no nos castiguen o al menos para que nos quieran. Porque a fin de cuentas los hombres y las mujeres siempre queremos recibir cariño. Siempre.

VI. Dudas preguntas, opiniones, etc.

 

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