Que no te den miedo los cambios


 

 

 

 

 

 

 

 

Hay que encender una luz en la oscuridad.

A ti te digo: que no te den miedo los cambios. Adviento es un tiempo para estar con los ojos abiertos. Para mirar hacia fuera y hacia dentro. Pero sobre todo hacia dentro.

La historia está inundada de relatos que nos confirman que no hay nada nuevo bajo el sol. Y es que el corazón de los hombres y las mujeres no ha cambiado mucho con los siglos. Leemos que Eróstrato era un pastor de ovejas que incendió el hermoso templo de Artemisa de Efeso porque quería que su nombre apareciera en los libros de historia. Era el 21 de julio del 356 a. C cuando destruyo una de las siete maravillas del mundo antiguo. Desde entonces a los que cometen locuras, o destruyen obras de arte, para hacerse notorios se les dice que padecen el síndrome de Eróstrato.

Pero Eróstrato es también sinónimo de los que aparentan para obtener un fin. Los discípulos de Jesús conocemos el significado de muchas palabras. Algunas son de uso cotidiano. Otras no. Aparentar es una de esas palabras que conocemos y que significa nada más y nada menos que representar o hacer creer algo, especialmente un sentimiento, un estado o una cualidad, que no es verdad, con palabras, con gestos o con acciones. Si, las apariencias también han entrado en el cristianismo como Pedro por su casa.

Hoy podemos reconocer que nuestros comportamientos de fe  tienen dos dimensiones: uno moral y otro religioso. El primero, lo relacionamos con cualidades como la bondad, la honestidad y el amor. El segundo, con ser el ser solidario con los que no tienen nada, con la práctica de la oración, con la lectura de las Escrituras ya sea de manera individual como colectiva y con el formar parte de una comunidad de fe. La primera no es tan visible. La segunda es más evidente.

Algunos cristianos han llegado a creer que su misión principal es demostrar en lo público su fe. Otros sencillamente se han centrado en trabajar por los demás. Pero Jesús nunca nos pidió que eligiéramos entre amar al Sr. Dios o al prójimo. Esa es una elección que hacemos nosotros. Sólo nosotros.

Es por cobardía que muchas veces nos negamos a ser luz y sal delante de los demás. Es por temor que nos quedamos con los labios cerrados para no hablar de nuestra esperanza depositada en Jesús. Para no llamar la atención. Para no ser enjuiciados. Pero es también por vanidad que muchas veces aparentamos lo que no somos o lo que sentimos, dentro o fuera de la iglesia, para que los demás nos aprecien, nos quieran o nos valoren. Y sin embargo, la invitación que hace Jesús es a mostrarnos cuando somos tentados a escondernos y a escondernos cuando somos tentados a mostrarnos.

Y es que estamos aquí, no para que la gente diga cosas buenas de nosotros, sino para que den gracias al Sr. Dios porque sólo él hace que el sol salga para todos aun cuando llega el invierno. Que no te den miedo los cambios.Bienvenidos al Adviento.

Lectura del evangelio de Mateo 6,1

Cuídense de no hacer sus obras de justicia delante de la gente para llamar la atención.       Si actúan así, su Padre que está en el cielo no les dará ninguna recompensa

¿Quién escuchará hoy nuestra oración?

Padre que estas en los cielos: En ti confiamos y te damos gracias no solamente porque nuestras mesas estén llenas, o nuestras cosechas son copiosas, o nuestros casas estén calientes, sino porque tu eres fiel para con nosotrosa pesar de nuestros temores y desesperanzas. Espíritu Santo, gracias porque tu velas con nosotrosy por nosotros en este día que comienza. Jesús, nosotros a ti te seguimos. Amén. 

Augusto G. Milián

 

 


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