Para los días de frío


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Hay que encender una luz en la oscuridad.

Estas son palabras para los días de frío. Para días como hoy.

Los discípulos de Jesús saben que sus vidas están llenas de situaciones de perdidas y de situaciones de encuentros. Todos  las hemos experimentados. Todos hemos llorado tras una despedida. Todos nos alegramos tras un encuentro. Y es que las pérdidas y los encuentros nos han traído a este momento donde tú y yo estamos. Enfrentándonos con nosotros mismos. Y con el corazón abierto.

Los discípulos de Jesús han de vivir en este mundo con un corazón abierto. Y perdonen si traduzco esto como: tener un corazón compasivo. Hoy no hablo de la simpatía ni de la empatía. No. Hablo de ir más allá de nuestros propios límites emocionales. Hablo de ser encontrado cuando creíamos que estábamos perdidos.

Los discípulos de Jesús sabemos que hay muchas maneras de estar perdido. No sólo está perdido el que se va lejos y no sabe como regresar. O el que está a oscuras. No. Hay hombres y mujeres que están perdidos sin haber salido de su casa, o de su iglesia, o de la ciudad donde viven. Personas que simplemente están perdidas entre las cuatro paredes de allí donde habitan. Y es que lo que han perdido es su propio corazón. Gente que no puede escuchar la voz de los demás ni la voz del Sr. Dios. Y los sentimientos que usualmente surgen tras el extravío son de ansiedad, son de miedo, son de lejanía.

La mayoría de los discípulos de Jesús no  son conscientes de la seguridad, del confort y de la compañía que tenemos la mayor parte del tiempo, hasta que nos perdemos. Si, y es que nadie se acuerda del Sr. Dios hasta que comienzan los truenos. Hasta que se agitan las olas. Hasta que ruge el viento.

Los discípulos de Jesús sospechan que el Sr. Dios siempre está cuidándonos, sin importar lo lejos que nos hayamos ido. Creen que El sale a nuestro encuentro. Y hasta cantan que El es capaz de atravesar valles y montañas para llamarnos por nuestro nombres y traernos de nuevo a casa. Pero ahora vienen días donde tendremos que convertir las sospechas en certezas. Y alzar la voz para reconocer que nos hemos ido lejos. Porque hemos estado perdidos y queremos ser encontrados.

Estas son palabras para los días fríos. Para días como hoy

Lectura del evangelio de Mateo 18, 12-14

¿Qué les parece? Si un hombre tiene cien ovejas y se le extravía una de ellas, ¿no dejará las noventa y nueve en las colinas para ir en busca de la extraviada? Y, si llega a encontrarla, les aseguro que se pondrá más feliz por esa sola oveja que por las noventa y nueve que no se extraviaron. Así también, el Padre de ustedes que está en el cielo no quiere que se pierda ninguno de estos pequeños.

¿Quién escuchará hoy nuestra oración?      

Querido Dios: Tú conoces nuestros corazones. Tú escuchas nuestras oraciones. En ti confiamos. Tú entiendes la carga que llevamos y sabes que nosotros solos no podemos. Espíritu Santo ayúdanos a tener un corazón compasivo. Un corazón con esperanza. Gracias porque nada es demasiado difícil para ti. Gracias porque tu poder es ilimitado y viniste a buscar a los que estábamos lejos. Gracias porque nos enseñas a esperar con los brazos abiertos. Jesús llámanos por nuestro nombre cuando estamos lejos. Amén.

Augusto G. Milián

 

 

 

.


 

 

Comentarios

Entradas populares de este blog

Pocas cosas cura el silencio

Una corta oración

María, madre de Jesucristo, como testigo del amor. Una perspectiva protestante en el diálogo ecuménico