Nada. Nada. Nada.
Pensando en voz alta Nos cuesta mucho definir la Navidad si no hemos tenido un encuentro previo con el motivo de la fiesta. Esto es algo que aprendemos con los años. Y cuando este encuentro falta entonces travestimos la fiesta y la inundamos con luces, comidas y regalos, porque hay un hueco en nuestra alma que no sabemos con qué llenar. Los discípulos somos prestos para declarar nuestra fe y describir con palabras nuestras creencias. Pues venimos de una cultura extremadamente oral donde todo ha de ser explicado y expresado con palabras. Y creemos que tenemos que repetir este modelo una y otra vez. Hasta el cansancio. Una tradición que nos impone esgrimir los argumentos para hacer entender conceptos, que nos empuja a definir doctrinas y donde nos armamos hasta los dientes para defender credos. Pero la cercanía al Reino de los cielos depende más de nuestra proximidad a Jesús que de nuestros arg...